La era del diamante

La diferencia entre las personas estúpidas e inteligentes, y esto es cierto tanto si están bien educados como si no, es que las personas inteligentes pueden manejar la sutileza.

Tenía algo de esa enervante característica que hace que un joven se convierta en no conformista por gusto y descubrió que la forma más segura de escandalizar a la mayoría de la gente en esa época, en aquel tiempo, era creer que algunos comportamientos eran malos y otros buenos, y que era razonable vivir la vida de esa forma.

Le gustaba la trascendencia a plena vista donde podía verla -digamos, en una hermosa vidriera decorada- no entremezclada en la estructura de la vida como los hilos de oro en un brocado.

La sociedad se sostiene finalmente sobre cualidades morales. Toda la prosperidad y sofisticación tecnológica del mundo no es nada sin esa base

Virtualmente todos los discursos políticos en los días de mi juventud se dedicaban a cazar a los hipócritas.

Sólo los sabios de la clase superior y los estúpidos de las clases bajas no pueden cambiar.

Lo creen -dijo el condestable- porque se les ha adoctrinado para creerlo.

Que de vez en cuando violemos nuestro propio código moral no implica que no seamos sinceros en la adopción de ese código.

la diferencia entre personas ignorantes y educadas es que estos últimos conocen más hechos. Pero eso no tiene nada que ver con que sean estúpidos o inteligentes. La diferencia entre personas estúpidas e inteligentes, y esto es cierto ya sea que estén o no bien educados, es que las personas inteligentes pueden manejar la sutileza. No quedan desconcertados por situaciones ambiguas o incluso contradictorias; de hecho, las esperan y tienden a sospechar cuando las cosas parecen demasiado simples.