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Crítica de Rosa44


Rosa44
19 January 2021
Los Crisantemos de John Steinbeck (1938) es una novela corta realista. La acción tiene lugar en una granja.  La descripción del paisaje rural es  la apertura de esta narración. Tres personajes, un matrimonio compuesto por Elisa y Henry Allen, y un buhonero, son los encargados de mover los hilos de esta historia. Pareciera ser una historia donde no sucede mucho. Sin embargo, una lectura más atenta revela que los diálogos y las descripciones  son muy esclarecedoras.

Si bien Elisa trabaja en su jardín con sus plantas, este espacio abierto da la impresión de que ella es un animal más allí en la granja porque  𠇎n su jardín, miró hacia abajo, al otro lado del corral, y vio a su marido Henry”. La imagen del corral indica que alguien está encerrado, no libre. Entonces el jardín como espacio abierto resulta engañoso porque da una falsa sensación de libertad que la protagonista va a externalizar de algún modo.

La casa está “inmaculada", lo cual refleja el arduo trabajo de Elisa allí. No obstante, cuando su marido halaga sus enormes crisantemos, él señala que ella podría hacer lo mismo con la huerta. Para él sería más provechoso tener manzanas grandes y no flores. Entonces lo que parece un halago en realidad esconde una recriminación: ella debe ser aún más útil en la granja y dedicarse a otras tareas que también son femeninas, según Henry. Su esposo demarca las actividades según el género. Él se burla de ella al proponerle ver boxeo, aún sabiendo que Elisa no disfruta de dicho deporte.

Como sus gustos e intereses son burlados o ignorados, Elisa rechaza contratar los servicios del buhoneros cuando éste aparece. Él hombre le dice que no tiene para comer esa noche y ella lo ignora. Ella, que va a cenar afuera, no tiene la empatía necesaria para ayudarlo. Como venganza y a modo de lección, el buhonero se interesa por sus flores, lo cual despierta en Elisa su orgullo. Se siente reconocida y valorada ante los halagos del buhonero. Como consecuencia, ella decide darle trabajo, le paga y le da una maceta con crisantemos.  Por un momento se siente empoderada. Cuando viaja con Henry para cenar ve al costado de la ruta sus flores tiradas. Si ella es buena con las manos, el buhonero lo fue con las palabras. Su llanto final a escondidas de su esposo parece reflejar que su momento de fuerza y orgullo de sí misma fue algo fugaz, pasajero como el resplandor de la luz al final del camino.

 

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