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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
20 February 2019
En El invierno de mi desazón, Jonh Steinbeck construye una novela llena de profundidades y capas en la que los personajes poseen esa pátina de mediocridad e intachabilidad que les hace pertenecer a una sociedad, a un pueblo y a una comunidad, y que, conforme se van desprendiendo de sus diferentes envolturas, vemos que hay mucho más. al final nada o casi nada es lo que parece, pues cuando el dinero es la energía diferenciadora, ella es la que posiciona a las personas en su sociedad, distinguiéndolas en clase y en pertenencia.

Ethan Allen Hawley es el típico ciudadano medio que vive en la antigua mansión familiar, último vestigio dorado de su poder. Es descendiente de una familia poderosa, los Hawley, balleneros que se asentaron en New Bayton (un pueblo ficticio situado en el estado de Nueva York) y que, junto a otras familias, lograron crecer en prestigio y dignidad a la par que su comunidad.

Todos los Hawley supieron mantener la fortuna de la familia hasta que llegó el padre de Ethan, quien por culpa de su carácter confiado y unos consejos desacertados y desafortunados, perdió todo por medio de unas inversiones desastrosas salvo su mansión, que retuvo y conservó para las siguientes generaciones. Es en este momento temporal cuando conocemos a Ethan Allen Hawley y somos testigos de cómo se encuentran y adónde han llegado los antiguos potentados balleneros: a Ethan solo le quedan la mansión y el puesto de dependiente en el colmado, una tienda de ultramarinos que perteneció a su familia y que también perdió su padre.

A pesar de su pasado, y ya sea por pereza o confort, Ethan es un hombre felizmente casado junto a su bella esposa Mary, y con dos hijos adolescentes, Ellen y Allen. Su vida transcurre plácida y rutinariamente en el pueblo que lo vio nacer, en su puesto de trabajo y junto a su familia. Las facturas son pagadas cada mes y no siente la necesidad de salir de ese bucle vital, rutinario y diario en el que tanto el trabajo como la familia absorben sus días, y en el que fantasea y se vanagloria de las antiguas hazañas de su abolenga familia.

Pero este discurrir de días tiene un plazo y un final. Para la familia Hawley supone el clic que les hace despertar y metamorfosearse de una u otra manera; todos participan de este proceso evolutivo del que no sabemos si les encamina hacia un futuro incierto o hacia su pasado dorado. Con este fin se reunen varios elementos, siendo uno de ellos la llegada de un dinero procedente de una herencia. Aunque este dinero no les restituye su fortuna, les transmite un mundo de posibilidades que abarca desde inversiones locales a un colchón de seguridad.

Y así, lo que parece una cuestión nimia de fácil resolución, en el fondo es el resorte que cambia las vidas de esta buena familia, empezando por Ethan, un hombre servicial y atento con su comunidad, que vive investido de una intachabilidad e integridad que utiliza como empoderamiento y pertenencia a una comunidad que, a pesar de su mala fortuna, lo acoge en igualdad de condiciones. Sin embargo, las tentaciones lo rodean con distintas máscaras, ya sean las insinuaciones de Margie Young-Hunt o las proposiciones de algunos agentes comerciales. En su vida comienzan a convivir las corruptelas junto a su honestidad, y estas situaciones no son ajenas a su familia, que participa de ellas en mayor o menor medida. El bueno de Ethan parece que está por encima de todas estas minucias (que reconoce al mismo tiempo que le divierten), pues en su mente ya ha germinado un plan, un gran proyecto que lo devolverá a los vestigios pasados: por fin ocupará el lugar que le corresponde.

Y con todo y con esto, ya sea en su rutina diaria vendiendo productos y comestibles o en su vida interior, acompañamos al protagonista en su camino transformador por medio de sus reflexiones y en los pasos que da, pasos que al final intuimos que lo conducirán hacia la recuperación de su grandeza pérdida. Así es como vamos descarnando capa a capa al personaje hasta quitarle todos sus envoltorios para descubrir que, debajo de esa brillante honestidad, existe y cohabita otro hombre que no se manifiesta entre los suyos y que, al igual que otros, también tiene su precio... precio que está dispuesto a pagar a pesar de todas las elucubraciones y pesadillas. al final el resultado también justifica sus medios y los sacrificios de otros, ya sean los de su amigo, Danny Taylor o los de su jefe, Marullo.

En El invierno de mi desazón encontramos una novela testamentaria e impresionante en la que John Steinbeck nos señala la pérdida de valores de la clase media en pos de una evolución kafkiana, donde el dinero es el instrumento que mide y posiciona a sus miembros en la sociedad, y donde la integridad y la honestidad todavía emergen de corrientes soterradas que son las verdaderas instrumentalizadoras del cambio que llega para quedarse. En esta novela se reconocen y se dimensionan la magnitud y la profundidad del escritor atemporal y eterno.

Solo queda dar las gracias a la editorial Nórdica por traérnosla y recordárnosla en esta maravillosa y cuidada edición.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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