Cuatro escenarios, toda la historia discurre en cuatro escenarios. Cada escena empieza con una luz que guía el inicio de los diálogos, conversaciones cortas y precisas donde los personajes se reconcilian con la soledad y con la vida y crean un espacio donde se permiten soñar un mundo donde los sueños no han sido asesinados. Una historia de dos amigos, dos hermanos unidos por la casualidad y la necesidad, tan distintos y tan similares, diferentes en sus capacidades físicas y mentales, pero iguales en el sentir, en el anhelo de salir de la incertidumbre, de dejar de vagar por el mundo y lograr alcanzar la certeza de la estabilidad y de la tranquilidad. La percepción de lo que está bien y está mal se difumina, el reconocimiento de lo que podría ser considerado correcto o incorrecto se enfrenta con los matices, el libro pinta con escala de grises la conducta humana y puedes encontrarte, al final, con una emoción, con una visión, donde no justificas ni condenas, aceptas y asumes, y con un poco de suerte, logras entender. La novela es un círculo precioso que termina donde inicia, todo cuanto sucede es doloroso, triste, pero absolutamente necesario. Una composición perfecta. «Como a veces ocurre, en un momento dado el tiempo se detuvo y ese momento duró más que cualquier otro. Y el sonido se detuvo, y el momento se detuvo durante mucho tiempo, mucho más tiempo que un momento». Libro para el reto de lectura de #novelacorta de @medellinliteraria |