InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
ISBN : 8416748195
2368 páginas
Editorial: Acantilado (09/11/2016)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
Los miembros de Babelio no han redactado aún la descripción de este libro.
S? la primera persona en escribirlo

También puedes añadir la descripción del editor (contraportada)
Añadir la descripción del editor
Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Gww
 12 April 2024
Viene del volumen 1.

IV
Pero entre sus páginas, Stach nos habla de muchas más cosas. Asistimos a la evolución laboral del funcionario, a su progreso laboral y a la asunción de nuevas responsabilidades. Frente a la imagen que transmitía en las cartas a Felice y en sus Diarios, su trabajo en el Instituto era realmente relevante, gozando en todo momento de la confianza de sus superiores. Por este motivo, tuvo que realizar numerosos viajes a ciudades del norte de Bohemia (la zona industrial del reino) con el fin de representar al organismo ante los tribunales o inspeccionar directamente las empresas aseguradas. Su precisión en el lenguaje, su acertado ingenio para la resolución de dificultares, en apariencia irresolubles, y su domino de los aspectos técnicos en materia de prevención de accidentes, le convirtieron en una pieza clave dentro del Instituto. de todo ello da cuenta Stach mediante documentación y ejemplos suficientes. Incluso conocemos los arduos esfuerzos por lograr una mejora en las condiciones salariales de su grupo funcionarial, en cuyo portavoz y representante se erigió Kafka. Todo lo cuál no impide que Kafka siempre viera la "oficina" como lo opuesto al "trabajo" que, para él, comenzaba al caer la noche y recluirse en su cuarto, entre sus papeles y cuadernos. Precisamente su vinculación al ramo del seguro laboral y a la prevención de accidentes le puso en contacto con diversos aspectos de la nueva época que se avecinaba y que encontrarán eco en sus relatos. Así, la progresiva burocratización, la pérdida del valor del trabajo individual (para suplir esta carencia, entre otros motivos, Kafka trabajó como jardinero en varios periodos de su vida, durante sus tardes libres), así como el peligro físico de la tecnología. Este aspecto, lo comprobaba de primera mano cuando recibía las visitas en su despacho de trabajadores horriblemente mutilados por herramientas poco fiables. Todo ello tiene su pequeño papel en la configuración del cosmos vertido en sus obras. Igualmente, su estilo de redacción, su gusto enfermizo por la precisión y exactitud de las palabras, la desnudez de sus textos (que, por otro lado, crea su propia belleza y poesía) son tributarias de su formación de jurista y de su trabajo posterior, alejándole del estilo de los escritores praguenses (y aún alemanes) de la época. Stach también nos hace partícipes de los pensamientos de Kafka en torno a la posibilidad de enloquecer, al tiempo que jugaba con los recursos que de ello podía obtener para su creación literaria (al modo de Strindberg) o las vagas alusiones al suicidio ocasionadas por los reproches de su padre ante su desinterés por la fábrica de asbestos. En este sentido, Stach aclara respecto de la corriente dominante, que fue el propio hijo quien (como abogado) sugirió a su padre el recurso de figurar como socio capitalista del negocio de su cuñado, de modo que se pudiera tener acceso a los libros contables para garantizar el éxito de la empresa y evitar la pérdida de la dote de Elli (con cuyo capital no bastaba para arrancar el negocio). También conocemos el mundillo literario de Praga, los esfuerzos de muchos de los amigos de Kafka por lanzarse a vivir de su talento, de ser editados, de convertirse en figuras relevantes y la distancia (mediando entre cierta envidia sana y desinterés) con que les observaba Kafka. También atisbamos la relación entre Kafka y Musil, escritores tan diversos pero que impulsarían la novela del siglo XX más allá de los estrechos límites impuestos por sus predecesores y cómo la guerra mundial frustró una colaboración que habría resultado histórica. Alejamos así la idea de un autor aislado del mundo literario de su momento, ya que estuvo siempre al tanto de lo que se escribía, de las polémicas literarias (por ejemplo de la que enfrentó a su amigo Brod con Kraus). También nos describe el mundo de los sanatorios naturistas que Kafka comenzó a frecuentar ya en esta época y en los que tuvo contacto con la medicina más heterodoxa del momento. Baños de sol, exposición al aire libre o nudismo, son algunas de las "recetas" que se empleaban en estos sanatorios a los que se acudía no sólo por enfermedad, sino para descansar y ponerse "a tono". Aquí se afianzó la desconfianza de Kafka en la medicina convencional que justifica las numerosas estancias en sanatorios similares una vez se manifestó la tuberculosis años después. Precisamente en uno de estos sanatorios Kafka conoció a la muchacha de Riva, una joven de la que se enamoró (o al menos de la que guardó un buen recuerdo) cuando su relación con Felice ya había naufragado de hecho. Enamoramientos de este tipo no fueron infrecuentes en la vida de Kafka ya que, en un viaje con Max Brod en el que estuvieron varios días en el pueblo natal de Goethe, se enamoró de la hija de los propietarios de la casa del autor alemán a pesar de ser casi una niña y de apenas poder haber intercambiado una palabra. Es de agradecer que, según los criterios impuestos por Stach respecto a afirmaciones meramente valorativas, no pretenda ofrecer una interpretación de las obras de Kafka. Stach se limita a presentar las claves que de la biografía se desprenden y que Kafka empleó como mimbres para trenzar sus historias, sin avanzar por ello en la posible interpretación de las mismas, afán que sería totalmente estéril dada la universalidad de su obra. Dicha tarea interpretativa queda en manos del lector que, tras este libro, tiene más herramientas e información para poder extraer sus propias conclusiones. Sólo queda esperar que en este primer volumen no se agote la intención de continuar con el resto de la vida de Kafka, no porque así se tendría la biografía definitiva (algo totalmente imposible, como pone de manifiesto la reciente aparición de nuevos documentos de Kafka en Israel), sino por el placer de acompañar la eficiente mirada de Stach en los restantes años de la corta vida del autor checo.
V

Llegamos al fin al tercer y último volumen de esta monumental biografía de Kafka escrita por Reiner Stach y publicada en dos tomos por Libros del Acantilado (traducción a cargo de Carlos Fortea) Y la primera duda que nos asalta es la relativa al motivo del título de esta última fase de la vida de nuestro autor, Los años del conocimiento.



A partir de 1916, Kafka va adaptando su personalidad a su propia realidad. Cada vez es más consciente de lo que quiere y lo que le impide llegar a ello. Su relación con Felice Bauer va mutando y, con excepciones, momentos en los que nuevamente cae en el autoengaño de años anteriores, va tomando conciencia de que la vida junto a Felice le aleja de la Literatura y que, por tanto, el problema del matrimonio se limita a una cuestión, vivir para la Literatura o no vivir.



Según fluyan los altibajos de su ánimo y autoestima, así será su posición con Felice. En ocasiones se torna exigente y explícito, en otras, vuelve a recluirse en su diatriba de autodesprecio tratando de ofrecer a Felice la oportunidad de rechazarlo. Pero, poco a poco, los acontecimientos ponen de manifiesto que la unión es imposible. Ni siquiera el segundo compromiso matrimonial en firme es ya tomado en serio y, como el propio Stach señala de manera inteligente, la foto que anuncia dicho compromiso, tomada en Budapest, el último día que estuvieron juntos, la única foto conjunta de ambos, refleja el fracaso por anticipado.



Kafka ya no se deja arrastrar tan fácilmente, y con claridad toma con fuerza las riendas de su destino. Sabe que en el ámbito de su familia, su padre concretamente, poco puede hacer y reclama para sí ese ámbito de independencia. La casa en el callejón del oro que su hermana Ottla y una amiga han alquilado, se convierte en el refugio ideal para huir a recluirse en ella y escribir.



Y lo que allí escribe rompe de algún modo con su obra previa. Estos nuevos textos de Kafka reflejan su nuevo modo de sentir, de expresarse y de reflejar una realidad, no sólo la íntima, también la externa. Un mensaje imperial responde inequívocamente a la muerte del emperador Francisco José I, igual que poco antes, En la colonia penitenciaria parecía reflejar los horrores de la mecanización de la vida, sus experiencias profesionales con los accidentes laborales y, en último término, su percepción sobre los horrores de la guerra, la visión de los mutilados que vuelven del frente, con sus horrendas heridas.



Y la guerra se le cuela por más caminos. de una parte, obliga de manera definitiva y con gran alivio para Kafka, al cierre y liquidación de la empresa de asbestos, a cargo de su cuñado, ahora en el frente, y con participación económica suya. Un pequeño desastre financiero para el clan Kafka, una alegría secreta para su primogénito.



Pero laboralmente la guerra irrumpe en el Instituto de Seguros. Éste debe hacerse cargo también de la protección social de quienes regresan del frente y no pueden ya ejercer una profesión. El mecanismo es análogo al de los seguros por accidente y, por tanto, la labor se encomienda a este departamento administrativo que debe asumir una nueva e ingente carga de trabajo con un equipo de funcionarios reducido por las levas. Desaparece la jornada continua y Kafka ha de trabajar largas horas, apenas sin vacaciones y con la severidad moral de quienes ahogan cualquier tipo de queja porque en el frente se vive peor y aquellos que continúan trabajando, sufriendo esa presión laboral, las colas, el estraperlo, no son sino privilegiados.



Pero también Kafka en este nuevo papel, más consciente de sus problemas, incapaz de tomar una decisión que le permita abandonar su trabajo y dedicarse por entero a la Literatura con un enfrentamiento definitivo con su padre, tratará de buscar una solución mágica, una vía de escape que le permita conjugar todos sus complejos equilibrios y que el fruto de sus renovados esfuerzos volcados en la literatura parece ponerle al alcance de su mano. Sin embargo, incapaz de encontrar una solución, opta por el único modo que cree a su alcance para zanjar su vida profesional y así tener opciones literarias. Y esta vía es la de renunciar a su puesto de funcionario y presentarse como voluntario para acudir al frente.



La guerra, y los valores patrióticos y viriles que se le presumen, parece un argumento lo bastante fuerte como para evitar que su plan se frustre, para que ni su padre - especialmente su padre - pueda alegar algo en contra. Nunca sabremos si realmente era una opción que el propio Kafka vió como viable, si llegó a valorar que las posibilidades de regresar vivo o sano eran escasas. Tal vez fue tan solo su válvula de escape, su amenaza velada que disfrazaba una llamada de atención, un órdago que, sin embargo, cayó sin más porque, como en tantas otras ocasiones, los fantasmas de Praga se conjuran contra él. En su trabajo no se quiere renunciar a un funcionario tan eficiente y capacitado, los argumentos de Kafka se tambalean, tan solo logra que se le reconozca una subida salarial, y una discontinua pero excepcional serie de descansos, breves excedencias para descanso de sus nervios agotados.



En estas escapadas, siempre a entornos naturales, Kafka encuentra esos pequeños balones de oxígeno que le permitirán tomar fuerza, concentrarse en la lectura, desarrollar sus habilidades estilizando su estilo y convenciéndose aún más de sus firmes ideas sobre la Naturaleza y la enfermedad que conlleva la ciudad y sus restricciones sociales y morales.



En estos retiros surgen nuevas amistades, incluso un nuevo romance. En esta ocasión, una joven muchacha, Julie Wohryzek, con quien encuentra un asidero práctico, alegre, desenfadado, alejado totalmente de las tensiones que le imponía, o que se autoimponía, con Felice. Y la fuerza que encuentra Kafka en su interior, en este nuevo deseo en el que no llega a tener del todo claro qué papel jugará la Literatura que parece olvidada por un tiempo, desemboca en un nuevo compromiso matrimonial, tan sorprendente como lo será su abrupto final.



Nuevamente son todas las fuerzas praguenses las que se ciernen contra Kafka, pero ya no solo es su padre, también los amigos tratan de convencer a Franz de lo errado de su decisión, de la disoluta vida de la familia Wohryzek, pero nada de esto parece desanimar a Kafka. La boda sigue adelante aunque, pocos días antes del compromiso, con un Kafka insomne, nuevamente poseído por sus fantasmas, temores, remordimientos y síntomas de histeria, renuncia a la boda.



Este Kafka, que recae nuevamente en algunos comportamientos del pasado, trata sin embargo de rehacerse. Ha salido de su casa y tiene, al fin, vivienda propia en unos apartamentos de un antiguo palacio barroco. Y es allí donde aparece la tuberculosis, compañera de estos últimos años. Pero esta terrible noticia, una noche en la que Kafka se levanta vomitando sangre y que, de una u otra manera, fuerza su regreso al hogar y más bajas laborales y estancias en el campo, le llevará unos años después a conocer a Milena Jesenska.



Este penúltimo amor se presenta de alguna manera como igual de complejo que el mantenido con Felice. Nuevamente es la conversación epistolar la que construye todo el esquema. Nuevamente, la complejidad de la situación de ambos es un fiel predictor del previsible fracaso de la relación. Milena está casada con Ernst Pollak, un admirador de Kafka, vivía en Viena y, por tanto, el compromiso llevaría a una separación y a una más que previsible fijación del domicilio conyugal en Praga.



Pero también Milena aporta algo a Kafka que, por primera vez, le hace imaginar una posible conciliación entre su vida matrimonial y la escritura. Milena escribe, traduce, su implicación en la vida cultural vienesa es importante, pero más aún y por encima de todo, adora las obras de Kafka y ha preparado diversas traducciones al checo de las mismas. Kafka sueña con una vida en la que ambos puedan trabajar al unísono, una comunión espiritual que, nuevamente es autosaboteada de manera inmisericorde cuando todo parece depender tan sólo de una enérgica voluntad final por su parte.



El fin de la guerra y la desmembración del Imperio hacen de Checoslovaquia una nueva nación. Los germanoparlantes pierden el apoyo estatal y se convierten en una minoría real a todos los efectos. Los padres, temerosos de la persecución a los alemanes y, especialmente, a los judíos dentro de aquellos, traspasan el negocio a un familiar e invierten lo obtenido en la compra de un inmueble para su alquiler, inversión más segura que un establecimiento sometido a boicots o vandalismo. Las purgas en el Instituto de Seguros no alcanzan sin embargo a Kafka, cuya falta de significación política hasta la fecha y su dominio del checo le hacen aceptable para la nueva dirección.



Pero la paz no ahorra estragos, esta vez llegan en forma de la gripe española, una complicación para Kafka que pronto la contrae. Su salud ya algo debilitada lucha por vencer al patógeno pero la tuberculosis temprana es un gran peso. Aunque Kafka se salva, el gran esfuerzo pasado se revelaría como fatal a la hora de empeorar el curso de su enfermedad pulmonar.



Nuevos retiros en el campo nos traen otra fase en la obra de Kafka. Si en el callejón del oro fueron los impresionantes relatos de Un médico rural, en Zürau se completan los famosos cuadernos en octavo, repletos de aforismos, sentencias y breves piezas. Un nuevo paso en su proceso de desnudez estilística, un paréntesis en la imaginería habitual pero un nuevo manantial de reflexión y conocimiento, bañado en abundancia por las obras de autores jasídicos y filósofos contemporáneos.







Así, la obra de Kafka madura y progresa, crea esas pequeñas fábulas que, más allá de sus grandes novelas inacabadas, conforman ese universo kafkiano mundialmente reconocible. Pero también es en uno de esos retiros para descansar donde encuentra una remota inspiración para su último gran intento fallido de componer una novela, El castillo.



Reiner reflexiona sobre cómo se trata del intento más ambicioso de Kafka. Una novela en la que la coherencia interna se impone más allá de las indudables conexiones personales, notas autobiográficas, influencias judías y tantas otras cuestiones de las que está impregnada. Es el primer intento de Kafka por construir un argumento plagado de personajes, con tramas paralelas, con historias a las que hay que dar cierre. Y, precisamente por ello, es el mayor fracaso de Kafka desde un punto de vista técnico, o al menos así lo interpretó él, cesando en la escritura al constatar su incapacidad para llegar al último capítulo, más o menos ya pensado, pero que permitiera cerrar todas esas otras historias menores que acompañaban al argumento final. Un esfuerzo que otros autores obvian dejando tantos hilos abiertos como personajes pero que Kafka, con esa integridad, ese purismo estético absoluto e irrenunciable al que se aferraba como ideal de pureza, interpretó como la prueba definitiva de su incapacidad literaria.



Y la enfermedad sigue su curso hasta el punto en que fuerza su retiro laboral a una temprana edad. Liberado de sus obligaciones profesionales alcanza al fin ese objetivo tantas veces deseado. Librarse de la oficina, de ese continuo trasiego de papeles, personas y problemas, de esa contaminación que le ha impedido siempre centrarse en lo que realmente ama. Pero lo ha logrado a tan alto coste, sobre un deterioro físico que se verá como irreversible, con una merma económica que compromete gran parte de las posibilidades de tratamiento a sus solas expensas, que casi sabe a derrota.



Sin embargo, Kafka, en este camino del conocimiento que nos traza Stach, abraza la enfermedad, aún en estos estadios más leves, como la oportunidad esperada. Igual que sus amenazas con alistarse como voluntario en la Primera Guerra Mundial, que su estrafalaria propuesta de matrimonio a Julie, igual que la fallida huida a Berlín en el proyecto abortado por el estallido de la Gran Guerra. La tuberculosis es vista como la última oportunidad, el terrible acontecimiento que Kafka ha estado invocando, aún de manera inconsciente, todo este tiempo y que, de algún modo, ha tomado la decisión por él.



Pero no todo es tan idílico. le libera de su trabajo, pero los cuidados que necesita le fuerzan al retorno al hogar familiar tras pocos años de independencia, una última derrota tal vez imprevista. También deberá acomodarse a las vacaciones de las hermanas para acompañarlas en sus escapadas al campo, al Báltico como último retiro vacacional que conoció. Y allí encuentra a Dora Dymant, una joven judía imbuida de las tradiciones más ortodoxas por parte de su padre, pero de ansias liberales, comprometida con el Hogar Judío de Berlín, y nace otro romance, sin duda el último y definitivo. Kafka sabe que es su última baza. Sabe que Dora no puede ir a Praga, que es la oportunidad anhelada de escapar definitivamente, de instalarse en Berlín, ya olvidados los sueños de hacer allí una carrera literaria, buscando tan solo un pequeño atisbo de independencia y amor. Por primera vez vive algo parecido a la intimidad con una mujer que no le inhabilita para escribir porque ahora son ya sus problemas de salud el principal impedimento para estos fines.



Y así tenemos a un Kafka que parece triunfar de un modo que ni él mismo pudo nunca sospechar, un Kafka que logra de alguna manera imponerse a sus propios miedos y condicionantes, que en el momento en que más difícil era todo, con su enfermedad, con su jubilación, con una paga menguada en un Berlín sacudido por los conflictos sociales, golpeado por una hiperinflación que devoraba todos sus ingresos, logra al fin imponer su voluntad.



Será por poco tiempo porque pronto llega el proceso final y muerte, cuya dureza no nos es ahorrada por Stach, con amplios detalles médicos, con el peregrinar por diversos especialistas, médicos, hospitales, con sus últimos días, imposibilitado casi para hablar, debie
+ Leer más
Comentar  Me gusta         40
Libros más populares de la semana Ver más
Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro





Test Ver más

¿Qué sabes de El nombre del viento?

¿En que trabaja Kote?

Herrero
Panadero
Posadero

10 preguntas
5 lectores participarón
Thème : El nombre del viento de Patrick RothfussCrear un test sobre este libro