Muchas personas por las redes sociales han recomendado esta novela gráfica, pero sólo este año me he atrevido a comprarme un ejemplar. Y me he arrepentido.... de no haberlo hecho antes. La historia en sí nos suena a todos, lamentablemente es un hecho real. Pero la forma de contarlo es realmente especial. Y no sólo porque sea en forma de viñetas, con dibujos metafóricos protagonizados por ratones, gatos y demás fauna. No, es especial porque nos ofrece dos perspectivas de la historia: la de Vladek, contando el horror que sufrieron, y la de Art, su hijo, que nos cuenta cómo afectó a su vida, a su forma de ser y de relacionarse. Desde que he empezado con el libro no he podido dejarlo, y a pesar del miedo que tenía a no implicarme en la historia por ser dibujos, este miedo ha resultado ser infundado. Art consigue hacernos sentir parte de la historia: sufrimos con Vladek mientras sufre la barbarie nazi, y nos agobiamos con Art cuando discute con su padre por unos cereales viejos que este no quiere tirar. |