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Crítica de Guille63


Guille63
06 March 2023
Spiegelman consigue con este comic dar con una forma distinta de interesarnos una vez más en las atrocidades del holocausto, lo que tiene su mérito pues todo lo contado en Maus lo hemos leído y/o visto muchas veces. Es por ello que durante su lectura acudirán a sus mentes historias de otras novelas, escenas de otras películas.

En mi caso, la novela que aparecía a menudo en mi cabeza era «Sin destino», de Imre Kertész, empezando por el tono frío y distante que comparten ambas historias, doblemente subrayado en el comic al estar los personajes caracterizados por animales —ratones para los judíos, gatos para los alemanes, cerdos para los polacos, perros para los norteamericanos…—, una frialdad que se atenúa considerablemente en los momentos en los que se trata de la relación que el dibujante mantenía con su padre, protagonista y fuente de información, o cuando cuestiona su propio trabajo, estando en ambas situaciones muy presente el sentimiento de culpa, por la distancia que siempre estableció el autor con su padre, por un lado, y por el sentimiento de estar haciendo negocio con el dolor de los judíos, por el otro.

También el sentimiento de culpa es fundamental en la novela de Kertész, aunque en este caso lo fuera por lo común que era en muchos de los que sobrevivieron, y cuya causa Primo Levi resumió en esta demoledora frase: «Sobrevivían los peores, es decir, los más aptos; los mejores han muerto todos».

Por el contrario, en el comic se remarca mucho más el papel que tuvo la suerte en esa salvación, la infinidad de hechos afortunados que se tuvieron que producir en cada caso para salir con vida de aquel horror, junto a las habilidades, la malicia, la fortaleza, el instinto y la inteligencia necesaria para aprovecharlos. Y así, la frase de Levi se transforma radicalmente en Spiegelman: “no sobrevivieron los mejores, ni murieron los mejores. ¡Fue el azar!”.

Una frase que es un intento por respetar la memoria de las víctimas, de las que sobrevivieron, de las que no se suicidaron después de la guerra, como hizo la propia madre de Spiegelman, pero también una forma de ayudar a sus descendientes (la frase aparece en el comic en la boca del terapeuta de Spiegelman). En cualquier caso, el autor, como también hiciera Kertész en su novela, no evita responsabilizar a los judíos por todo aquello que hicieron y que no hicieron por evitar su exterminio, por el precio que tenía todo acto de ayuda prestada, y no solo por parte de alemanes o polacos, sino también por parte de los propios judíos, y como aquellos que tenían con qué pagar y/o menos escrúpulos tuvieron más posibilidades de salvarse.

Sobre el comic en sí no puedo decir mucho, no soy un consumidor habitual de este formato, el resultado es oscuro, todo él en blanco y negro, como todo el testimonio gráfico que de aquello se tiene, el trazo, basto y, sin embargo, eficaz, los personajes apenas muestras rasgos que los distingan a unos de otros. La estructura del relato es compleja y juega a varios niveles, existen muchos elementos metafóricos, algunos evidentes como la identificación de las nacionalidades con distintos animales o que los judíos, vengan de donde vengan, sean siempre ratones o los cruces de caminos con forma de esvástica… otros son más sutiles.

En fin, un gran trabajo que merece sin duda el premio Pulitzer que recibió.
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