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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
26 May 2018
La narradora de nuestra historia dice:

"No tenía absolutamente ningún sentido deprimirse por la situación, ya que habría sido como deprimirse por la existencia del Gran Cañón del Colorado o de algún otro fenómeno natural al que fuera imposible acceder"

Nos encontramos en el Londres de 1945, devastado por los bombardeos de la II Guerra Mundial; sus habitantes deben adaptarse a lo que la posguerra les ofrece y, siguiendo con su vida cotidiana, hacen comentarios habituales sobre el tiempo, anécdotas, cupones, vales... celebrando su supervivencia, encontrando las fuerzas y el equilibrio necesarios para ver luz y esperanza a pesar de tener delante solo escombros y pobreza cuando levantan la vista.

La acción transcurre entre las paredes del club May of Teck, fundado por la reina María antes de casarse con el rey Jorge V, cuando aún era la princesa May of Teck. Se mantenía en pie, como faro y refugio luminoso, donde la vida y esperanza transpiraba a través de todas las jóvenes que residían en él.

De acuerdo a su primera norma del estatuto:

"... existe para proporcionar seguridad económica y amparo social a las señoritas de escasos medios, con una edad inferior a los treinta años, que se vean obligadas a residir lejos de sus familias por tener que desempeñar un trabajo en Londres"

La conciencia y moralidad del club recaen sobre las señoritas Coleman, MacGregor y Jarman; las tres rebasaron la treintena hace años, pero aun así siguen siendo inquilinas del club, velando fielmente por el cumplimiento de los estatutos del mismo. Cuando Spark nos invita a traspasar sus muros, en él descubrimos la alegría de vivir... los sueños y esperanzas que la guerra no ha conseguido aniquilar; más bien al contrario, son fuertes, como la juventud de las inquilinas del club. Entre ellas conocemos a Jane Wright, Selina Redwood, Joanna Childe, Anne Barbeton, Julia Harkham, Rudy Redwood, Anne Baberton, Nancy Riddle, Dorothy Markham... así hasta conformar un total de más de cuarenta muchachas, cada una de ellas con sus personalidades, educación, sueños y vivencias personales. Todas ellas, con mayor o menor protagonismo, articularán toda la historia, la historia del club May of Teck.

Pero al igual que en Mujercitas, tenemos un personaje masculino que hace de contrapunto entre tanta jovencita. Spark utiliza este simbolismo con la obra de Louisa May Alcott para presentarnos a Nicholas Farringdon, quien se erige en representante del exterior y contrapunto perfecto de todas la inquilinas del club. El personaje, su construcción, así como las interrelaciones con los personajes femeninos recuerdan sin lugar a dudas a Laurie, independientemente de las distintas épocas en que se desarrollan ambas historia y los años y las vivencias de cada uno de ellos. Así mismo, continuando con el paralelismo con Laurie, Farringdon está a vueltas de la vida y vive en una especie de tediosa dejadez, y cuando traspasa el umbral del club encuentra en él y en todas las personas que lo habitan la energía, la vitalidad y las ganas de seguir adelante. Tal y como recuerda Nancy, una de las protagonistas:

"estaba un poco enamorado de todas nosotras"

Nicholas Farringdon es escritor, y entra a formar parte de la trama gracias a Jane Wright, editora en ciernes. Contradictorio, sus ideales son muy difíciles de encasillar en un mismo espíritu, y su ambigüedad nos irá acompañando a lo largo de lectura. Wright se propone descifrar a este personaje un tanto ilógico, y su amigo Rudi Bittesch lo describe del siguiente modo:

"La respuesta es sencilla: este hombre es un caos"

Este espíritu caótico de Farringdon no impedirá que su influencia llegue a cada una de las inquilinas que Wright le va presentando a la largo de la historia, interviniendo de alguna manera en sus vidas; está verdaderamente fascinado por el mundo femenino, y su bagaje vital le ayudará a introducirse en su ambiente y ser consciente de la existencia de todas ellas, ayudándolas y protegiéndolas.

A mi juicio, el libro es todo una paradoja: alegría, melancolía, humor, sarcasmo, ironía... todo ello redactado con un estilo costumbrista, bajo una pátina de sátira refinada, y aderezado con los diálogos y descripciones del Londres de posguerra donde la cotidianidad diaria nos fotografía una ciudad ruinosa, pero no muerta, donde la supervivencia es un don que hay que celebrar todos los días, construyendo el futuro y limpiando los cascotes del pasado. Retazos de "este futuro" son los saltos temporales hacia los que nos dirige Spark, gracias a los cuales el lector puede vislumbrar un poquito de lo que sucede en el mismo.

Me ha encantado el retrato del mundillo editorial de la época y los autores: Hemingway, Henry James, Daphne du Marier, Bernard Shaw... todos ellos me han acompañado de alguna manera a lo largo de toda la lectura, regalándome un guiño cuando los descubría en sus páginas.

En definitiva, es una novela corta (unas ciento cincuenta y seis páginas reales), donde se nos dará una visión histórica de la supervivencia y la esperanza de una ciudad de posguerra, en este caso Londres. Por ponerle algún "pero", diría que los saltos temporales me producían cierta fricción en la lectura; me molestaban un poco, aunque eso no quita que haya disfrutado de todas y cada una de sus páginas.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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