La niña que amaba las cerillas: 16

No es un libro fácil, no es una historia fácil.

No es fácil por cómo se cuenta: prosa poética, metafórica, a veces ampulosa, sorprendente, confusa. Un poco de todo eso.

No es fácil lo que se cuenta.

Dos tercios del libro son sucesos que se hilan, pero que casi no dan trama. Una trama que se inicia en una casa alejada de todo en la que habitan un padre, que se suicida, y unos hijos (no digo más para no hacer spoilers) quienes se encuentran con esa situación y tienen que resolverla.

El tercio final del libro es la revelación, el catarsis, la unión de piezas del puzle de la narradora.

Bestial, esa es la palabra. Ese tercio final es lo que hace merecedor a toda la novela, sumado a la forma de contarla. Se entiende lo de Justo Castigo, se entiende la situación de desamparo de la narradora, su incomunicación con el exterior, con el mundo normal y su necesidad de crear un universo propio que la consuele.

No deja indiferente, tengo que admitirlo.

No será uno de esos libros que yo llamo "Fondos de Armario" por lo sublimes que esos libros me resultan y de los que aquí doy cuenta, pero se le acerca.
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