No tenía ni idea del nombre que tendría el color de su kimono. Era como la sombra del reflejo de los árboles de hoja perenne en el estanque de la universidad. Rayas de color más vivo recorrían toda su extensión de arriba abajo. Durante su recorrido, se movían formando olas, juntándose, separándose, solapándose para formar líneas más gruesas, separándose en rayas gemelas. Un ancho obi cruzaba el diseño irregular pero no caótico, cortándolo a un tercio de su longitud. El obi le aportaba calidez. Contenía un toque amarillo.