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“Ante el dolor de los demás”, uno de los últimos textos que escribió Susan Sontag, es un ensayo reflexivo de algo más de 100 páginas en donde la autora expone diferentes argumentos en contra de la guerra. Dentro de estos argumentos, destaca los testimonios visuales de los horrores de la guerra, que comienzan con la respuesta que ofrece Virginia Woolf a un abogado que le pregunta: ¿Cómo hemos de evitar la guerra en su opinión?; a lo que esta responde, que es suficiente con mirar las fotos de la guerra, para sentir algo de empatía por las personas que allí murieron y así querer evitar la guerra. A partir de la respuesta de Woolf, Sontag comienza a realizar un recuento del papel de las imágenes en la guerra o luego de esta; aventurándose así en pinturas que van desde la pasión de Cristo, hasta el Guernica de Picasso; pasando por las primeras fotografías de guerra realizadas a finales del siglo XIX, hasta llegar a las fotografías amateur del atentado a las Torres Gemelas en el año 2001. En este ensayo, al igual que en “Sobre la fotografía”, Sontag pone su atención en el poder que tiene aquello que se retrata o se pinta, y en cómo estas imágenes despiertan en los observadores una sensación de morbo, mezclada con empatía y desentendimiento. de allí los numerosos testimonios recogidos donde se evidencia que personas que se enteraron de los estragos de la guerra en su país mediante los noticieros televisivos, decidieran cambiar de canal, pensando que estos actos tenían lugar a miles de kilómetros de sus casas; cuando en realidad podría estar pasando a pocos metros. Igualmente, además de las imágenes y lo que estas producen, el texto gira en torno a la manera en que los directamente afectados, familiares y compatriotas, de quienes son exhibidos en una fotografía de guerra pueden tomar la exhibición de esta al público en general. En algún momento se dice que dependiendo de quién sea el retratado, se generan efectos en la opinión pública y en la moral de un bando que está disputando la guerra: si es del bando contrario, se sube la moral de la tropa y se busca obtener la victoria; si es del bando propio, se comienzan a despertar sentimientos antibelicistas en la población en general (como el de la guerra de Vietnam) y la moral de las tropas se reduce. ¿Qué se puede hacer entonces ante el dolor de los demás? Según Sontag, debemos aceptar que como humanidad somos responsables de un sinnúmero de acciones atroces e inimaginables que terminan haciéndonos daño a nosotros mismos como especie. El recordar, conversar alguna memoria de aquello que pasó y que nos pueda demostrar un tiempo después de lo que son capaces los hombres y de los límites que hemos cruzado en nuestro afán de destruir y dañar a los demás; nos puede servir como una señal de alerta, una posible advertencia de lo que podemos hacer y deberíamos evitar. Sin embargo, como lo dice la frase que encabeza esta reseña (y termina el libro) nadie puede imaginar lo tenebrosa que es una guerra, a no ser de que la haya sobrevivido; por lo tanto, todo lo que pensemos, digamos o podamos llegar a sentir por otra persona en una situación de guerra, sólo puede ser un acto de nuestra imaginación y posible empatía, pues nadie sabe lo que es la guerra, a menos que haya vivido para contarlo. En conclusión, “Ante el dolor de los demás”, es una reflexión profunda acerca del papel de la fotografía y los sentimientos que esta despierta, cuando se dedica a cubrir o retratar guerras. En estas más de 100 páginas se conocen una serie de argumentos que buscan demostrar que al menos el hecho de ver lo que el ser humano puede hacer a los semejantes, conocer los estragos de las guerras y la destrucción que queda después de un ataque o una avanzada de tropas, pueden ayudar a que las personas que son completamente ajenas a estas acciones, puedan sentir un poco lo que los afectados sintieron; y tal vez, en algunas personas, generar un sentimiento de empatía que ayude, tal como decía Woolf, a evitar la guerra. Enlace: https://cosimoenlosarboles.w.. |
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