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Esta novela está ambientada dos años más tarde que "Nosotros después de las doce" y nos cuenta la historia de Erin, uno de los personajes más importantes de la primera parte y que teníamos muchas ganas de conocer. al principio de la novela podemos ver a Erin disfrutando de su sencilla y tranquila vida. Sin embargo toda su vida da un vuelco cuando comienza el invierno, la nieve y la llegada de los forasteros al pueblo valirense. Pasa poco tiempo hasta que Erin se da cuenta que igual que hace unos años siguen siendo frágil. Su personaje, sin embargo, va evolucionando poco a poco gracias a la ayuda de sus amigos, su haya mágica, el abuelo Dubois, y los forasteros que se relacionan con su quinta y que trabajan en el Grand Resort y más concretamente, Max. Poco a poco, la protagonista se va dando cuenta de que su vida no es tan perfecta, su novio tampoco es tan perfecto y que tiene que hacer algo por ella misma para cambiar y conocerse mejor. Me ha gustado mucho la historia de amor porque aunque al principio parecía una historia llena de clichés y tópicos no lo es en absoluto, al menos para mi gusto. Me ha gustado porque esta magnífica historia de amor hace que Erin también vaya conociéndose y queriéndose a ella misma al igual que el chico en cuestión. He de reconocer que Erin no era mi personaje favorito en "Nosotros después de las doce" y además, creía que era el más opuesto a mí, pero para mi sorpresa, no ha sido así. Conforme va desarrollándose la historia he podido irme conociendo a mi misma también. Me he sentido como Erin, he llorado con ella y he descubierto cosas en mi que creía dormidas y olvidadas. En definitiva, me he sentido totalmente reflejada en ella. En cuanto a los personajes, decir que me han encantado porque están muy bien desarrollados. Por una parte podemos descubrir más a fondo a los integrantes de la quinta que conocíamos en la primera parte como por ejemplo Pau y Ona (a la que por cierto... ¡yo le haría una historia y un monumento!), y también a los nuevos personajes de Valira como por ejemplo Victoria, Bruno y Max. A Pau y a Victoria me hubiese gustado verlos más a lo largo de la historia ya que para mi gusto, se quedan demasiado en segundo plano. Bruno me ha gustado como personaje pero ha conseguido sacarme de mis casillas y ponerme de los nervios. Max, finalmente, me ha enamorado; aunque ha habido momentos que no entendía sus acciones y como plantaba cara, a pesar de lo que le ocurre, a ciertas situaciones de su vida, con Erin y con el mismo. Finalmente, Ona me ha dejado totalmente a cuadros ya que pone en la historia el lado feminista por excelencia y opiniones buenas y sorprendentes sobre el colectivo LGTBIQ+ que anteriomente no se habían tratado en los libros de esta serie, y esto ha hecho que yo me enamore más de ella. Respecto a la ambientación es perfecta, no tengo más que decir. Tal y como pensaba y, de alguna manera, anticipaba en la reseña de "Nosotros después de las doce", Valira es el típico pueblo de cuento, entre montañas, con estaciones de esquí, nieve en invierno... en definitiva, donde cualquiera querría pasar las navidades: en su casa leyendo cerca del fuego y disfrutando de las vistas y la nieve por la ventana. Pero me ha sorprendido aún más, me ha hecho recordar la época en la que yo comenzaba a esquiar (hace mucho que no lo hago) y en lo mucho que me gustaba vivir aventuras en la nieve. A diferencia del libro anterior, que casi todos los capítulos terminaran con una especie de monólogos me ha encantado desde el primer momento porque entendí muy rápido la importancia de estos en la historia de Erin. "Tu y yo después del invierno" me ha emocionado como hacía mucho que no lo hacía ningún libro. Esta historia es romance puro y duro y magia. Amor en el más estricto sentido de la palabra. Amor romántico y por supuesto, el amor por uno/a mismo/a que es, sin embargo, el más importante. |
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