Siempre que me apetece algo de teatro, intento volver a los clásicos porque no me defraudan. He vuelto a acertar con esta segunda parte de Edipo, un buen hombre marcado y perseguido por su destino. Me he emocionado con esa hija, amante cuidadora de su anciano y ciego padre, también rabia por el hijo e impotencia y tristeza por ese gran rey caído en desgracia. Una lectura intensa que no lleva más de un rato, pero ese rato será entretenido, sin duda, os lo aconsejo. |