Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión

Bueno, ¿qué decir de esta novela? Pues no es nada del otro mundo, lo que ocurre es que es de esas de “feel good”, que si llevas un tiempo leyendo historias contundentes, narrativas complejas, crítica social, etc.., pues una de estas novelas te previenen del parón lector y se lee en un plis la mar de bien, junto a la ventana y oyendo llover.

Cecilia es abogada y recién divorciada. Decide dar un rumbo nuevo a su vida y entre llantos y llantos, no se le ocurre otra cosa que convertir la casa de sus abuelos en una pensión para señoritas de bien. Lo que ocurre es que nada sale como ella espera. Esta nueva etapa en su vida esconde muchos secretos, sorpresas y algún que otro disgusto.

Pues lo dicho, una novela para pasar el rato, de buen rollo, muy surealista en muchos aspectos, toca, como quién no quiere la cosa, algunos temas como la inmigración, el aborto, la prostitución,... vamos, un pollo sin cabeza, que engancha y que sin darte cuenta, ya has terminado la historia. Vale la pena porque es una novela ligera, agradable, una golosina para tardes tristes.