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Crítica de Samarkanda


Samarkanda
11 August 2020
Tras una explicación en la que la propia autora nos explica el porqué del título nos metemos de lleno en una historia que nos traslada al pasado, más concretamente a los años de la Guerra Civil en Madrid y Móstoles. Andrés Abad, un hombre que no tomó partido por ninguno de los dos bandos se ve encerrado, junto a otros hombres, en un preventorio abandonado. Alejado de su mujer, Mercedes, de la que no sabe nada, ni siquiera si el hijo que esperaban ha nacido ya; sólo conserva una foto de ella que guarda como un tesoro.

Por otra parte tenemos a Ernesto, que nos acerca al presente de 2010, un escritor viudo que no tiene más compañía que la soledad y que anhela escribir una buena historia. Quizá la foto que encuentra dentro de una caja metálica que compra en el rastro le dé pie a ello. En el dorso está escrito a lápiz el nombre de Mercedes y Andrés, un lugar: Móstoles y una fecha: 19 de julio de 1936. Es tal la curiosidad que le despierta la foto que se propone investigar quiénes fueron y qué fue de ellos tras la guerra.

Pese a que la historia de Andrés y Mercedes es el eje central sobre el que se vertebra Las tres heridas no será la única ya que también conoceremos a Teresa Cifuentes –la que da sentido a todo-, hija de una familia acomodada que es ninguneada por su padre y hermanos por el mero hecho de ser mujer, a la que se quiere casar bien, que tenga hijos y sea una mujer de su casa. Sin embargo, Teresa tiene un espíritu rebelde que abraza las ideologías de izquierdas y está enamorada de Arturo, un estudiante de derecho al que los padres de Teresa no quieren como novio de su hija al no ser de su misma condición social ni ideología política.

Como se puede ver estamos antes una novela coral en la que, como si de una muñeca rusa se tratase, van saliendo una historia de otra pero todas están relacionadas y tienen a Teresa como punto de unión. Qué es lo que pasa con ella y su relación con Arturo, qué fue de Mercedes y Andrés o si Ernesto consigue escribir su gran obra es algo que se va desgranando poco a poco a lo largo de las páginas que, como un buen guiso cocinado a fuego lento, se saborea con deleite de principio a fin.

Narrado a varias voces, entre un narrador omnisciente para situarnos en los años de la guerra y Ernesto y Teresa para contarnos en primera persona sus respectivas historias, la autora recrea un Madrid de guerra donde los postigos de las ventanas permanecían cerrados, donde las colas eran interminables para poder comprar los escasos bienes que llegaban a la ciudad, los registros de ambos bandos en busca de algo que pudiera justificar un arresto, el miedo, la angustia y el terror provocado por una guerra donde muchos inocentes fueron ajusticiados por envidias, celos o porque que sí.

A una buena ambientación hay que sumarle unos personajes, tanto principales como secundarios, perfectamente definidos y donde todos y cada uno de ellos cumplen a la perfección su papel. No obstante, destacaría la fuerza que destilan algunos de ellos, especialmente Teresa que, para mí, es el alma de Las tres heridas y que derrocha fortaleza y valentía al igual que Mercedes. Entre los personajes masculinos me quedo con Arturo por ser quien nos acerca al Madrid literario, a las asociaciones de izquierdas y nos trae de la mano a escritores como Miguel Hernández o Ramón José Sender.

El estilo de Sánchez-Garnica es sencillo pero muy cuidado, con abundantes diálogos y capítulos no demasiado largos que le dan dinamismo a una lectura de muchas páginas pero que se pasan volando ya que te mete de lleno en la historia con su forma de narrar, con una buena ambientación y unos personajes bien definidos.

Las tres heridas es una novela que, pese a que lo pueda parecer, no es una novela histórica ya que la Guerra Civil sirve como escenario y en la que no se ahonda excesivamente salvo alguna que otra pincelada de datos históricos para contextualizar y poco más, donde no se toma partido por ninguno de los dos bandos ya que en una guerra sólo hay perdedores, muertos, heridos y sufrimiento. Una historia que emociona por sí misma pero también porque habrá lectores que vean reflejados algunos hechos comunes a los vividos por sus abuelos, padres o familiares a los que, por desgracia, les tocó vivir esa guerra.

Os dejo con el poema de Miguel Hernández que define perfectamente las heridas que causan las guerras:

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
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