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Qué disfrute ha sido leer Las Inviernas, mi primera incursión en la obra de Cristina Sánchez-Andrade. Como me ha envuelto esa atmósfera fría, húmeda y lúgubre que ha sabido crear su autora y que tiene su centro en un pequeño pueblo de A Terra Chá, en Lugo. Fantástica la atmósfera y desconcertantes sus protagonistas, las hermanas Dolores y Salandrina, que tras muchos años regresan a casa. Dos hermanas que al principio recibí como caricaturescas pero que la obra en conjunto me hizo adoptar de forma positiva. Y es que las inviernas te divierte, te intriga, te desconcierta... y uno no sabe hasta qué punto tomársela o no en serio al principio. La forma de escribir de la autora es peculiar y me ha enamorado. El ritmo es pausado, incluso poético a veces, los personajes extravagantes, la atmósfera oscura e introduce elementos de realismo mágico que podrían haberme asustado pero no lo han hecho. Todo encaja, hasta sus personajes llenos de clichés: el maestro, el cura, el dentista... cuyas vidas vienen a poner patas arriba las dos hermanas. Los clichés, personalmente, no me molestan. Creo, que en esta obra tienen además un propósito, el de mostrar esa vida que parece detenida fruto del aislamiento y como consecuencia, el poder de un pequeño cambio. El poder también de las creencias populares, de las leyendas y de los chismes que acaban convirtiéndose en verdad a fuerza de ser repetidos. Las Inviernas te atrapa, aunque creo que pierde fuelle al final. No es tan obvio mientras lo lees como después, cuando tienes la sensación de que ciertos temas no han sido del todo resueltos. Una sensación agridulce que, sin embargo, no creo que deba desanimar a leerlo. Solo por la atmósfera, esos personajes tan extravagantes y el estilo de la autora -una gran narradora- merece la pena hacerlo. |