Almáciga

Hay momentos en el que el encuentro con un libro te abre un mundo tan desconocido que te hace seguir indagando más y más… Y este es el libro de María Sánchez, un libro difícil de describir ya que no es narrativa pero cuenta no una sino muchas historias, no son poemas pero cada párrafo está plagado de poesía, y no llega a ser del todo un ensayo pero nos muestra una realidad sobre el mundo rural a través de las palabras. Es un auténtico descubrimiento ya que en un libro no excesivamente extenso puedo decir que entre sus páginas encontramos mucho conocimiento, mucho qué decir y mucho qué contar.
“Almáciga”, como dice su autora, una joven veterinaria, es un vivero de palabras, así, como suena. Un vivero en el que se incluyen aquellas palabras que aún se siguen diciendo en nuestro entorno rural pero que muy pocas veces, o casi ninguna, encontraremos escritas en un diccionario. Por eso la importancia de este “glosario” porque podemos acudir a él cada vez que queramos descubrir alguna palabra que hemos oído pero que no conocemos. Cuando queramos recordar aquellas expresiones que en nuestra infancia oíamos decir a nuestros mayores y que nos retrotraen a esos momentos maravillosos de paseos por el campo, de pan recién salido de la tahona, del agua fresca de los arroyos, el sabor de las moras o el olor de la lluvia al caer sobre suelos secos, el llamado “petricor”, una palabra algo fea en su significante pero maravillosa en su significado.
Este libro no solo es un homenaje a la naturaleza, a esas costumbres que poco van desapareciendo a la vez que se van vaciando nuestros pueblos. Es un homenaje a nuestro lenguaje, a nuestra lengua tan rica en matices que permite describir actos tan maravillosos como el “seher” que consiste en llamar al viento de las mañanas porque se cree que así ayuda a las plantas a crecer y desarrollarse (según palabras de la autora).
Esta almáciga es una delicia porque te adentra en un mundo que tenemos muy cercano pero que cada vez está más lejos. Por culpa de nuestro modo de vida, sobre todo los que vivimos en las grandes ciudades, nos hemos ido alejando cada vez más de las entrañas de la tierra, de nuestras costumbres. Hemos perdido el contacto con nuestros ancestros, con la naturaleza que nos permite seguir viviendo en este planeta y que gracias a libros como este de María Sánchez nos acerca un poquito más a ese mundo. Pero nos acerca gracias a las palabras, a un diccionario muy rico que permite que a pesar de todo no perdamos nuestro vínculo con lo rural, con la tierra.
Hemos hablando del contenido del libro pero no hay que olvidar que en cada página aparecen unas ilustraciones, de Cristina Jiménez, sugestivas y evocadoras que han plasmado a la perfección esas palabras que se mantienen en el aire y se siguen diciendo en cualquier lugar de nuestro territorio.
Gracias a la autora, a la que seguiré sin duda, a la ilustradora, por su delicadeza y sutileza y a la editorial Geoplaneta por hacernos disfrutar con este regalo a la vista y a nuestros oídos.

“Almáciga” de María Sánchez ha arraigado en mi corazón con su prosa tan tierna y fresca, como el "petricor", una de mis palabras semillas favoritas.

Lo que consigue esta autora es envidiable y alabable, con su libro rescata del olvido y del letargo palabras del medio rural. Palabras que fueron pronunciadas pero que lamentablemente se han ido perdiendo con el paso de los años.

Sus palabras semillas viajan como las ovejas trashumantes (otra de las antiguas tradiciones que lucha por no desaparecer) que van dejando por las cañadas por donde pasan hasta 3 millones de semillas, que germinarán y darán nueva vida, como el vocabulario rico que tenemos en este país que sigue resistiendo a desaparecer.

Palabras como “colodras” que además de bellamente sonora define algo bello visualmente, se refiere a vasos realizados a partir de un cuerno de bóvido vaciado que los pastores elaboraban en sus horas solitarias acompañados solo de naturaleza, puro arte, sencillo e impactante.

O “zarzulla” que en castúo es hambre, como la que yo siento por aprender más palabras de nuestros campos y aldeas.

Por cierto la autora tiene un proyecto maravilloso https://almaciga.net/blog donde se encarga de recopilar todas estas palabras casi ya en desuso, hay un apartado donde te invita a que le hagas llegar más palabras semillas, o sea que animarse y hagamos todos juntos una Almáciga mayor.

Al final del libro aporta fuentes literarias que me han conmovido, por ser lecturas comunes y muy queridas, como “El miajón de los castúos” de Luis Chamizo o “Canto yo y la montaña baila" de Irene Solá, lecturas que recomiendo como compañía a esta maravilla.
Pd: ilustraciones por la primorosa mano de Cristina Jiménez, gracias a ella esta maravilla de libro es aún más tierno, cálido y cercano.

Esta joya que cayó en mis manos gracias a Masa crítica, me ha hecho volver a mis orígenes. A los tiempos de mis antepasados, que tanto lucharon por sacar a sus familias adelante trabajando el campo y cuidando a los animales. Esta "Almáciga" de María Sánchez, con hermosas ilustraciones de Cristina Jiménez, nos acercan a un mundo rural y su lenguaje mayoritariamente olvidado. He aprendido verbos como COSIRAR, esa palabra tan bonita del aragonés que implica estar pendiente, mirar, dar una vuelta para comprobar cómo están el huerto, los animales, los demás. He echado en falta algunos términos en mi gallego natal, pero he aprendido otros tantos en euskera, catalán, leonés... que me han invitado a conocer el mismo rural que me rodea en otras localizaciones de nuestro país. Porque no solo las semillas, las plumas de los pajarillos o sus nidos, la meteorología o mismo los aperos de labranza nos evocan tiempos pasados u olvidados en la migración a las grandes ciudades. Su lenguaje, sus palabras deben luchar por sobrevivir para que nuestras futuras generaciones las conozcan.
Este tipo de lectura es muy necesaria para conservar la esencia del mundo rural, tan maltratado y olvidado injustamente. Por la memoria de mi abuela, por la infancia de mi madre, y por todas esas personas que tienen un ❤ gigante y se criaron en el campo. ¡Viva el rural!

Recibí este libro gracias a Masa Crítica, la verdad es que ya me tenía buena pinta solo con la sinopsis y no me ha defraudado.
Este libro, con preciosas ilustraciones, nos presente terminología relacionada con el mundo rural de diferentes zonas y en las lenguas propias de cada lugar.
De esta manera vas descubriendo vocabularionde diferentes zonas a través de unas naraccines cargadas de sentimiento y poesía.
Me ha encantado que aparezca vocabulario de lenguas tan maltratadas por los gbiernos y por el propio pueblo, como el asturiano que todavía sigue luchando por la necesaria oficialidad.
Es un libro perfecto para conocer nuestra tierra, nuestros orígenes y acercarnos a tantas lenguas y vocabulario que enriquecen nuestros pueblos y nuestras vidas.