Éramos unos niños

Me fascinan esos personajes que persiguen sus sueños sin ataduras, que incluso siguen adelante cuando parece que no avanzan hacia ninguna parte. Pero es que si además esos personajes son mujeres, aún me resultan más fascinantes.

Patti Smith cuenta en primera persona unas memorias en las que no creo que haya dejado mucho en el tintero y que son un homenaje al que fuera su compañero de vida, el fotógrafo Robert Mapplethorpe.

Se conocieron cuando ambos no tenían nada y dormían en la calle a partir de ese momento se creó un lazo que fue más allá del amor. Con una creatividad incombustible en el caso de los dos, pasando por facetas tan variadas como la fotografía, la pintura, la poesía, la música, Patti y Robert compartieron su vida con unos sentimientos que no eran amistad, admiración o amor, sino una mezcla de todo eso que transformó su relación en algo difícil de explicar.
Con momentos no siempre fáciles de vivir, ni fáciles de entender desde el punto de vista lector, con épocas de más o menos cercanía física entre ellos, pero siendo siempre apoyo el uno para el otro.

Una novela con una prosa exquisita y que te absorbe tanto que incluso se hace corta.

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