-Pero yo no puedo estar siempre preocupándome y preocupándome por la verdad. Yo he de preocuparme por la verdad con la que se puede vivir. Y ahí está la diferencia entre tratar de sorber todo el océano o beber de los arroyos.
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-Pero yo no puedo estar siempre preocupándome y preocupándome por la verdad. Yo he de preocuparme por la verdad con la que se puede vivir. Y ahí está la diferencia entre tratar de sorber todo el océano o beber de los arroyos.
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Este es uno de los recursos analíticos preferidos de Archie ante una noticia, un acontecimiento histórico o el complicado proceso diario de separar la realidad de la ficción. Por el humo se sabe dónde está el fuego. Había algo tan vulnerable en su manera de apoyarse en esta convicción que Samad nunca había tenido el valor de sacarlo del error. ¿Qué se gana diciendo a un hombre maduro que puede haber humo sin fuego, así como hay heridas profundas que no sangran?
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El deseo no se molesta en procurar que no chirríen las bisagras o comprobar si están los vecinos, no; el deseo da una patada a la puerta y se instala como en su propia casa.
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Así que existían padres que vivían en el presente, que no arrastraban historia antigua como una bola y una cadena. Así que había hombres que no estaban hundidos hasta el cuello en la ciénaga del pasado.
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Pero morir no es fácil. Y el suicidio no puede incluirse en una lista de tareas pendientes, entre limpiar la bandeja del horno y nivelar las patas del sofá con un ladrillo. Es la decisión de no hacer, de deshacer; es un beso lanzado al olvido con la punta de los dedos.
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¡Qué delicia debe ser su vida! Abren una puerta y encuentran solo un cuarto de baño o una sala de estar. Espacios neutrales. No este laberinto de habitaciones del presente y habitaciones del pasado con las cosas que se dijeron en ellas hace años y la mierda histórica de cada cual por todas partes. Ellos no están siempre repitiendo los mismos errores. No están siempre oyendo las mismas historias. No hacen representaciones públicas de angustia en los transportes urbanos. [...] Y cada día de su existencia no es esta lucha terrible entre quiénes son y quiénes tendrían que ser, lo que fueron y lo que serán.
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[...], los hermanos correrán hacia el futuro, solo para descubrir que, de un modo más y más elocuente, expresan su pasado, ese lugar en el que acaban de estar. Porque esta es otra de las cosas propias de los inmigrantes (fugitivos, emigrados, exiliados): no pueden escapar de su historia más de lo que uno puede escapar de su sombra.
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Involucrarse llevaba mucho tiempo, era algo que tiraba de uno como la arena movediza. [...] Involucrarse no era bueno ni malo. Era solo consecuencia de vivir, consecuencia de la ocupación y la inmigración, de los imperios y de la expansión, de una estrecha convivencia... Uno se involucra y tiene que andar un largo camino para desinvolucrarse.
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Sin fingimientos, sin mitos, sin mentiras, sin complicadas tramas: así imaginaba Irie su patria. Porque «patria» es una de esas palabras mágicas que, como «unicornio», «alma» e «infinito», ocupan un lugar especial en el lenguaje. Y la magia particular de su «patria», su encanto para Irie, era que sonaba a principio. El principio del principio. Como la primera mañana en el Edén y el día después del Apocalipsis. Una página en blanco.
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En el jardín, al igual que en la arena social y política, la única constante debería ser el cambio. Nuestros padres y las petunias de nuestros padres han tenido que aprender esta lección. La marcha de la historia no tiene entrañas y pisotea una generación y sus plantas anuales con inflexible determinación.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises