La edad del desconsuelo

No sé si existe la edad de la ilusión, la de la resignación o la del desconsuelo. No sé tampoco si, de existir, podrían acotarse de manera tajante o tendríamos que puntualizar, con cientos de asteriscos, cada una de sus excepciones. Lo cierto es que no sé cuál es la edad para cada cosa, yo he vivido siempre un poco a mi aire.
Lo que sí entiendo es la manera que tiene Jane Smiley de contar la vida contando simplemente eso: la vida. Los despertares, los desayunos, el trabajo, la casa, los hijos, el matrimonio. Y cómo sabe sacar brillo a cada situación normal, tan normal que no podemos sino darle mil vueltas y pensar en lo que está pasando, buscar una explicación, poner la venda antes de que la herida empiece a sangrar y no tengamos armas para frenar la hemorragia.
Porque si algo tiene la vida, es que uno se acostumbra a todo, incluso a dejar de darle importancia a cosas que realmente la tienen. Y también tiene, en un intento de zarandearnos, momentos en los que no nos queda más remedio que volver atrás, repasar lo que hemos vivido y preguntarnos si lo que queda por delante será igual.
Preguntarnos esperando la respuesta del otro.
Aunque tarde demasiado en llegar.

Este libro ha sido un descubrimiento porque no había leído nada de su autora, me ha parecido muy buena su forma de narrar con un estilo sencillo pero con un gran conocimiento de la naturaleza humana. El protagonista nos muestra sus miedos (sean infundados o no, eso lo descubriréis si leéis el libro), su desesperación por algunas circunstancias que le toca vivir y su manera de salir de ellas. Es un libro corto, sin capítulos, narrado todo seguido, pero se lee solo y muy rápidamente. Lo recomiendo.

Escrito del tirón y sin capítulos, La edad del desconsuelo relata la historia de Dave y Dana, un matrimonio norteamericano de clase media que regenta una clínica dental y que tienen tres hijas de caracteres tan marcados como distintos. El lector se adentra en la mente y las entrañas de este matrimonio que se encuentra en la cuerda floja. A través de Dave, el lector conoce sus miedos e inseguridades, ya que este intuye que Dana está enamorada de otro hombre, pero rehúye en todo momento cualquier situación que pueda llevar a que su esposa se lo confirme. A pesar de tratarse de una novela corta, encontramos una historia muy rica, llena de huidas, de recuerdos y cariño.

Es la segunda obra de Smiley que leo y es increíble la maestría con la que la autora consigue retratar lo cotidiano y adentrarse en la intimidad familiar. Es una novela muy emotiva que me ha hecho reflexionar.
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Tenía muchas ganas de leer a Jane Smiley y creo que La edad del desconsuelo es una novela perfecta para adentrarse en su obra. Breve, sin separaciones por capítulos, la aparentemente mundana historia de una familia de clase media encierra en pocas páginas un escalofriante encuentro con la desesperanza.

La vida tranquila y respetable de Dave—casado, con tres hijas y dueño de una clínica dental junto a su esposa—amenaza con desmoronarse cuando se da cuenta de que su mujer está teniendo una aventura. La fragilidad real de esa estabilidad que tanto le ha costado construir se vuelve entonces evidente, dejando al personaje al borde del abismo. Atemorizado por la posibilidad de perderlo todo, Dave se aferra a la negación y a la creencia de que si finge que todo sigue como siempre, el cambio no podrá alcanzarle.

A pesar de ser una historia impregnada de tristeza, también es tierna y reflexiva. Smiley describe con mucha naturalidad la vida familiar, las intimidades del matrimonio y las frustraciones cotidianas. Me ha parecido que refleja con maestría esa dicotomía que rodea a la rutina y a la "normalidad": por un lado son algo que nos ata y nos llega a sumir en la melancolía, pero por otro son una red de seguridad ante el caos y el vacío que nos aterroriza perder.
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Escrito del tirón y sin capítulos - lo cual para una servidora, purista en este asunto, resulta siempre complicado - como si de una confesión se tratase, el lector se adentra en la mente y en las entrañas de un matrimonio típico de clase media norteamericano. El punto de vista no será objetivo, ya que nuestros ojos serán los de Dave, el marido, quien junto a Dana (me encanta y me divierte a partes iguales la sonoridad que provocan sus nombres juntos), su compañera de trabajo, esposa y madre de sus tres hijas, parecen vivir en una apacible convivencia. Ambos regentan una clínica dental, ambos se conocieron mientras estudiaban en la universidad y ambos se vieron atraídos inmediatamente el uno por el otro. Hasta la página 25 la historia es la más típica del mundo, de hecho, por este motivo en concreto, me costó en un primer momento conectar con el narrador, los personajes y la propia trama. Ese recurso explotado hasta la saciedad junto con la típica sucesión de acontecimientos casi consiguen que abandonase su lectura por un tiempo, y digo casi porque fue pasar la página 25 y a continuación encontrarme algo más interesante dentro de lo habitual.
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