En Grand Central Station Me Sente

Una excelente lectura impregnada de poesía, además con espléndidas alusiones literarias de distintas y variadas fuentes que te llevan por caminos admirables. Mitología, la Biblia, Rilke, Milton, Auden, Shakespeare…

Y una de ellas es el propio título. Un título que me gusta mucho y nos remite a un salmo, como se nos aclara en las notas del final sobre la traducción. Pero es que nos dice tanto, además de ser también el inicio de la décima parte de la obra.

En Grand Central Station me senté y lloré, dolor y lágrimas , eso es lo que se recoge y nos explica. Y de qué manera.

Y aunque se trata de una obra de ficción, tiene un marcado carácter autobiográfico ya que expresa su relación con George Barker con el que mantuvo una intensa y larga relación, aunque también tormentosa y llena de momentos de soledad, de grandes peleas y también de borracheras.

Una historia en la que nos narra, pero siempre muy poéticamente, la relación amorosa que la propia escritora y narradora tuvo con el poeta George Barker, curiosamente un hombre casado y que nunca se separará de su esposa, pero la relación con la autora perduró hasta casi al final de sus días y tuvieron cuatro hijos y todo eso, a pesar de sus encontronazos, separaciones y momentos de máxima locura.

La verdad es que llama mucho la atención una relación tan duradera, tan poco convencional y nunca aceptada por los padres de ella, que intentaron por todos los medios, cuando se publicó este libro, que en Canadá, lugar del nacimiento de la escritora y donde residían sus padres, se prohibiera su publicación.

Y es que lo que en la obra nos relata, es precisamente, el gran amor que fue para ella el poeta del que se enamoraría cuando leyó sus versos, incluso antes de conocerlo personalmente.

La naturaleza, el paisaje, la luna, el mar, forman parte de su pasión y su amor que, absolutamente, impregnado de metáforas, de alusiones mitológicas y literarias, nos traduce en primera persona, su más íntimos deseos de un amor apasionado que la invade hasta en sus profundos sueños y ensoñaciones.

Es increíble, una lectura que debes detener de vez en cuando, para asimilar su gran riqueza y comprender su atracción. Es poderosa tanto en la manera de narrarlo como en su contenido , no deja resquicio para salir, estás dentro y lo vives.

Es difícil no imbuirte en esta prosa que no cesa de darte nuevos y contundentes mensajes, que te atropella y te reclama, te tiende sus enredaderas para mostrarte su dolor producido por la intensidad de su amor. Y es que es un amor sin alternativas.

Para ella, y como dice en esta magnífica prosa, el amor no es menos poderoso que la muerte. Amor y muerte no se separan, aquí están siempre en constante unión, igual que el placer junto a la culpa y la desesperación.

Son los vaivenes de un amor absoluto que no se detiene, que sufre, que llora, que seduce, que se alimenta, que retrocede , que continúa, que espera y que desespera.

Son los sentimientos apasionados e intensos que se describen con numerosas y poéticas imágenes que, sin ninguna duda, son tan intensos, que sencillamente, la realidad y los hechos verdaderos de su vida, dejan de tener importancia, porque lo que definitivamente importa es el amor llevado a límites insospechados y hasta sus últimas consecuencias, haciéndonos que nosotros, como lectores, también entremos en su abierta intimidad. Y entramos.

La obra dividida en diez partes, nos muestra momentos diferentes de su relación, distintas instantáneas que nos acercan al amor, a este amor que nos entrega como una gran tormenta desbordada de emociones .

Y es que en ellas nos aparecen explícitamente las sensaciones de su primer encuentro, la felicidad plena, la juventud y sus locuras de amor, el dolor y la desesperación, separaciones, esperas, desafíos, rivalidades y admiración que se enmarcan en ese triángulo amoroso. Hay dos mujeres, la esposa, la amante y George Barker.

Una maravillosa lectura, condensada y potente. Pero llena de sensualidad. Se ha erigido un gran monumento al amor.

Quedé muy sorprendido con esta novela y, por ende, conmigo mismo: tan encantado estaba por su lectura. No leo poesía, no consigo disfrutarla, y sin embargo no es otra cosa esta personal e impúdica novela de Elizabeth Smart.

Porque impúdica es la desnudez sentimental con la que se nos presenta Smart en la novela, la absoluta falta de contención al dar rienda suelta a su desgarro, al dolor que siente por la devastadora, tiránica y totalizadora pasión que la domina y que antepone a todo, a su familia, a sus hijos, a ella misma.

"Todo lo inunda el agua del amor: de todo lo que ve el ojo, no hay nada que el agua del amor no cubra. No existe un solo ángulo en el mundo que el amor en mis ojos no pueda convertir en símbolo de amor. Incluso la precisa geometría de su mano, cuando la contemplo, me disuelve en agua, y la corriente del amor me arrastra… El amor me posee, y no tengo alternativa. Cuando el Ford traquetea hasta la puerta, con cinco minutos (cinco años) de retraso, y él cruza el césped bajo los pimenteros, permanezco de pie detrás de las cortinas de gasa, incapaz de moverme para ir a su encuentro, o de hablar: estoy convirtiéndome en líquido para invadir cada uno de sus orificios en cuanto abra la puerta. Tenaz como un pájaro recién nacido, todo boca con su único deseo, cierro los ojos y tiemblo, esperando el paraíso: va a tocarme.”

Aun sin tener la cultura necesaria para exprimir todo el sentido a las múltiples referencias, relaciones y citas que incluye, la obra puede disfrutarse como lo que es, una dramática y lírica plegaria por un amor complicado. Un libro carente de línea argumental, a veces caótico, siempre exigente y extraordinario, y sí, por momentos, oscuro e inescrutable (¡Ay esa parte siete!). Pero no es necesario entender cada frase, cada párrafo para captar y aprehender y saborear la fuerza del sentimiento que trasmite, la tragedia que retrata. El libro es el alma de su autora. de lo exterior, de los hechos, solo podemos hacernos una nebulosa idea: suficiente.

Y pese a tanto sufrimiento, Smart expone claramente su preferencia por esta destructora cara del amor si la alternativa es la mera indiferencia. Pues no querría yo sentir una pasión tan desgarradora, ni que la sintieran por mí, no querría ser yo, no soy, esta yonqui del sentimiento que rehúsa cualquier método de desintoxicación y capaz de decir:

“Hiéreme, traicióname, pero dame una sola cosa, la certeza del amor.”

“Todo lo inunda el agua del amor: de todo lo que ve el ojo, no hay nada que el agua del amor no cubra. No existe un solo ángulo en el mundo que el amor en mis ojos no pueda convertir en símbolo de amor” ~ En Grand Central Station me senté y lloré de Elizabeth Smart.

Este libro forma parte de una lectura conjunta y he decir que yo no estoy preparada para este libro, ni para este estilo de escritura. No es lo mío, sin duda.

Quisiera contaros de qué va la historia pero no puedo porque me he leído el libro casi dos veces y me he enterado lo mismo en la primera vuelta que en la casi segunda. O sea, nada. Demasiado poético para mi gusto, demasiado aleatorio. La protagonista va volcando sus pensamientos y sus sentimientos que son más azarosos que los míos y no he sabido, ni he podido, seguirle el ritmo.

He leído críticas sobre esta historia y la definen como una gran historia así que yo, que no me he enterado de gran cosa más que de algunos pensamientos aleatorios, llego a pensar que no estoy lista para este tipo de literatura. La ventaja es que el libro es cortito y de todo se aprende.

Publicado por primera vez en 1945 narra de una manera muy poética y muy melancólica la pasión de la escritora por un hombre casado del que se enamoró aún antes de conocerlo personalmente. Este hombre era George Barker y ella decidió que sería el hombre de su vida cuando encontró un libro de poemas escrito por él y lo leyó. Tres años más tarde se conocieron y mantuvieron una relación amorosa de la que nacieron varios hijos y que se narra aquí.

Esta novela autobiográfica está dividida en diez partes y cada una relata distintos momentos de su relación, pero no narra su historia de amor, sino las emociones que esos momentos le han provocado.
Me ha gustado el lenguaje utilizado y su delicadeza al transmitir emociones y sentimientos. Porque no cuenta lo que ocurre, sino lo que siente ante lo que ocurre en esa relación en la que el amor es algo obsesivo y axfisiante. Porque hay amor, siempre hubo amor pero también culpa , desconfianza, celos y amargura.

No me ha parecido una lectura fácil, es un tema delicado y duro como todo lo que habla de sentimientos. Y la manera en la que está escrito entre la novela y la poesía lo ha hecho más complicado pero también más delicado y mejor transmisor de esa angustia por esa pasión.
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