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Odile Souchet es una joven parisina amante de los libros que está a punto de lograr su trabajo soñado: un puesto en la Biblioteca Americana de París. Su felicidad pronto se verá amenazada por el inminente impacto de la Segunda Guerra Mundial, pero pese a lo trágico y demoledor de la situación, la biblioteca se convertirá en un refugio y un apoyo para todos los ciudadanos gracias al inquebrantable equipo que se desvivirá por convertir a los libros en un símbolo de amor y esperanza. La narración está compuesta por dos líneas temporales, finamente hilvanadas, que nos permiten conocer a nuestra protagonista desde su juventud en el París de 1939 hasta su madurez en 1983. Es muy interesante la contraposición entre una joven optimista, ilusionada, cuya vida cambiará irremediablemente cuando su ciudad se vea invadida por los nazis, con la mujer en la que se ha convertido, moldeada por los años, el dolor y sus propias decisiones. Además, en esta segunda línea temporal aparece otro personaje entrañable, Lily, que permitirá que Odile se vaya abriendo al lector y le descubra su intimidad, lo que la ha llevado hasta allí. Sin duda, una novela increíble y mágica, en la que destacan la delicada pluma de Janet Skeslien y esa pasión por los libros que se desprende en cada página. Es una lectura que no deja indiferente, cargada de simbolismo, en la que encontramos de todo: amor, felicidad, esperanza, duelo, celos, arrepentimiento, riqueza, pobreza,..., en un continuo de sentimientos y situaciones contrapuestos que constituyen la vida humana. A mi parecer, es un libro refinado y exquisitamente trabajado en el que se homenajea a los libros y las personas que hay tras ellos (bibliotecarios, lectores, libreros,...). Es un canto a nuestra más querida afición pero también a la vida, y además, un reconocimiento a los seres humanos tras los personajes, a aquellas personas que sirvieron de inspiración a la obra y cuya labor no debe olvidarse. |
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