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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
03 October 2018
Leí este libro en pleno verano, como corresponde al título y la portada, pero entre unas cosas y otras no os lo había traído por aquí, y al final os lo reseño en otoño (muy en mi línea). Que a todo esto, visto lo visto y leído lo leído, habría que preguntarle a la autora la razón exacta para un título tan inexacto, que este verano tiene mucho, muchísimo más de período de guerra que de antes de la guerra :)

Estamos en 1914, y la novela arranca con la llegada de Beatrice a Rye, en el East Sussex inglés, para hacerse cargo de un puesto de profesora de latín. Beatrice, huérfana y sin una renta que le permita vivir holgadamente, es una mujer que ha crecido en un ambiente muy cultural y erudito gracias a su padre, que ha viajado mucho, que está acostumbrada a sacarse las castañas del fuego sin ayuda de nadie, y que, dada su independencia, fuerte carácter y lengua un tanto afilada, no encaja del todo en la sociedad rural y cerrada de una pequeña población como Rye. Ni siquiera quienes le han contratado acaban de verla con buenos ojos por su juventud, pero cuenta con el apoyo de Agatha Kent, principal impulsora de su contratación aun a pesar de las protestas, y dama eminente de la sociedad local. Agatha suele recibir las visitas habituales de sus dos sobrinos, Hugh Grange y Daniel Bookham (estudiante de medicina uno, aspirante a poeta el otro) y, en la acogida de esta familia, Beatrice acabará encontrando un punto de apoyo en su solitaria existencia... hasta que la llegada de la guerra lo cambia todo.

¿Y qué tenemos entonces en este libro? Pues un poco de todo. Desde un retrato costumbrista de Rye, un pequeño (y precioso, por cierto) pueblo de la campiña inglesa, hasta una estampa del papel de la mujer antes de la guerra y un destello de los cambios que empezarían a producirse después de ella. También hay humor de ese nada evidente que tira mucho de ironía inglesa, y un retrato que yo no calificaría de incisivo, sino de lleno de inquina, de un alter ego de Henry James (miembro ilustre de Rye hasta su muerte en 1916) que me ha hecho reír muchísimo porque la autora no se corta un pelo (tiene la previsión de cambiarle el nombre, pero vamos, para lo que sirve... xD). Pero luego, poniéndonos serios, aparte del tema de la guerra en sí misma, del que hablo abajo, también se tratan temas como el de los refugiados de guerra, el modo en que son acogidos y tratados fuera de su país y cómo abandonan su vida sin maletas físicas pero mucho equipaje emocional a la espalda. Incluso hay espacio para una familia gitana que pasa temporadas a las afueras del pueblo sin que nadie quiera tener mucho trato con ellos pero de la que, al mismo tiempo, algunos de sus miembros forman parte de la comunidad del pueblo y viven en él, y no son mucho mejor considerados.

Digamos que la novela toca muchos palos (costumbrismo, histórico, retrato y denuncia social, humor inglés, bélico, un toque romántico que se cuece a fuego muy lento...), pero yo creo que el argumento real de la historia es plasmar no solo la vida cotidiana en una pequeña comunidad como la de Rye, sino el modo en que se vivió la guerra en la campiña rural inglesa y cómo se adaptaron sus habitantes (fuertemente anclados a sus rutinas y sus categorías dentro de la sociedad que les rodeaba) al nuevo status quo que puso Europa del revés. Todo ello lo adereza la autora con la historia particular de la familia Kent, en la que cada uno de sus miembros cumple su rol de importancia en la historia, y la historia particular de Beatrice, que llega a Rye con la coraza puesta, sintiéndose muy sola, siendo incapaz de tener a su disposición dinero que le corresponde por el simple hecho de ser mujer, y que aprender a hacer uso de su independencia conforma avanzan las páginas (debo admitir que a Beatrice, como personaje, no llegué a pillarle el punto desde el principio, comienza muy distante incluso con el lector, pero luego poco a poco empieza a abrirse y a dejar que la vayamos conociendo).

Quizás la historia peca un poco (a mi parecer) de previsibilidad, y de la mitad del libro hacia delante es como que ya imaginas quién vive, quién muere, quién acaba con quién... y no fallas :). Pero Simonson escribe tan bonito, tan elegante, que te da un poco igual, sigues hacia delante y si te encuentras alguna sorpresa bien, y si no, pues también. Sí que es verdad que en ese aspecto agradecerías que la autora se saliese un poco del carril tan recto por el que transita, pero hay historias en las que esa falta de giros no molestan porque sabes desde el principio que no es ese tipo de libros, y además todo lo que es pronosticable queda compensado con otras cosas.

Si hay algo que me ha gustado mucho del libro es lo bien que transmite la inocencia con la que se recibió el comienzo de la guerra en la campiña inglesa, donde la gente estaba muy alejada de las grandes ciudades y el movimiento que había en ellas. Y es algo que puede sorprendernos con nuestra visión del siglo XXI, que ya sabemos todo lo que pasó, que conocemos las masacres, los millones de muertos (algo que la gente era incapaz de imaginar a principios del siglo XX), los cuatro larguísimos años que duró la guerra... en definitiva esa primera guerra moderna, que con el desarrollo industrial, los avances tecnológicos y la modernidad bélica dieron forma a un concepto de batalla hasta entonces desconocido, con todo el horror que eso implica. Para los ingleses, cuando todo comenzó en julio de 1914 era una contienda que terminaría en unos meses, sin apenas bajas, y se lo tomaban como algo que pasaba muy lejos y que a ellos no les afectaría en su día a día. Organizaban colectas porque era lo que había que hacer, desfiles para apoyar a sus soldados porque eso seguro que les animaba mucho, y había que estar activos y trabajando para la patria, pero todo como con mucha ligereza: no eran conscientes de lo que se les venía encima.

Ya digo que esto fue al comienzo de la contienda. Cuando empezaron a mirar los periódicos, donde se publicaban cada día las muertes en batalla, y comenzaron a surgir los nombres de conocidos primero, y luegos los de su propia familia, sus hijos, sus maridos... y se dieron de bruces con la realidad, que eso iba para muy largo, que iba a morir mucha, muchísima gente, que otra tanta iba a volver mutilada y destrozada psicológicamente, y que ya nada iba a ser igual, les pilló totalmente por sorpresa, totamente desprevenidos. Pues esa inocencia inicial y el cambio progresivo al mazazo real, la pérdida de esa inocencia, creo que está muy bien plasmado. Fue un proceso, no fue algo que ocurriese de un día para otro, y mientras tanto ellos seguían con su día a día.

Y es que más allá de lo que supuso esta guerra en Inglaterra como país y en la campiña rural como nuestro objeto de interés en estas páginas, en El verano antes de la guerra prevalecen los detalles, las pequeñas pinceladas que metidas aquí y allá conforman un cuadro creíble de la época que retrata Simonson en la novela. Unos vecinos se van a la guerra, pero otros siguen con sus batallitas rutinarias habituales para ver quien manda más y puede estirar más el cuello, otros tienen secretos que esconder (algunos muy evidentes, creo yo, sin poder adentrarme más)... la vida sigue en Rye, y estas discordancias otorgan realismo a la historia. Si la autora lo hubiese pintado demasiado dramático desde un principio, siendo un pueblecito en la campiña totalmente alejado de zonas de interés en la guerra, no me hubiese resultado creíble.

Aun así, ya lo comento arriba, que nadie piense que esta novela es un dramón de cuidado, porque la autora más bien lo evita. Tiene sus momentos, sobre todo hacia el final del libro, en los que ciertas circunstancias son inevitables, pero Simonson consigue que la novela resulte más conmovedora y tierna que dramática, y la elegancia de muchos diálogos, la chispa irónica y el humor que los envuelve, hacen que la lectura sea muy ligera y que el retrato de aquellos tiempos no se haga trágico. Y no, no es una novela perfecta, ya comento que andas por territorio conocido y adelantas muchas de las cosas que pasan, pero en este caso, como se suele decir, la belleza está en el camino, no en el destino, y eso hace el paseo más agradable :).
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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