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Comencé este libro con cero expectativas, es más, creo que ni siquiera leí la sinopsis, solo sabía que era la novela debut de Adam Silvera, y quería ver qué tal.Este libro cuenta la historia de Aaron, un chico que vive con el fantasma de dos suicidios: el de su padre, y el suyo, que salió mal. Genevive, su novia, será su soporte emocional en los meses posteriores a los incidentes pero la vida de Aaron se sacude cuando su novia se va de viaje y él entabla una relación de amistad muy fuerte con Thomas, un chico que anda buscando el rumbo de su vida.Me encontré con una novela que abarca muchos tópicos serios como la homofobia, la depresión, y el suicidio. Y retrata muy bien la vida que se lleva en Bronx, Nueva York.Los personajes están muy bien desarrollados, en especial el del protagonista. Está narrado en primera persona, con la cantidad justa de humor y reflexiones profundas.Creo que el autor manejó muy bien las situaciones que les tocó vivir a cada uno de los personajes, y supo generar una atmósfera que te permitía sentir en carne propia los sentimientos y el dolor de cada uno de ellos. Porque sí, una de los ejes de esta novela es el dolor.Los giros finales uno se los ve venir, pero en partes no. Es difícil de explicar sin entrar en spoilers, pero puedo decir que... esta novela me rompió algo adentro. Es un libro que puede que a muchos les haga saltar algunas lágrimas, o bien, generar una tristeza y ganas de ir corriendo a abrazar a Aaron y no soltarlo nunca más.Es un novela fuerte, donde, quizás no fue muy convincente el recurso de la clínica para borrar recuerdos, pero sirvió para expresar el mensaje del autor: que la homofobia lo único que hace es enloquecer a los adolescentes, los hace sentir que hay algo mal en ellos cuando no es así, y lamentablemente hay chicos que no tienen a nadie que se los diga y llegan a hacer cosas que atentan contra su vida, su salud física, o su salud psicológica.
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