El mal de Corcira

Un hombre de unos cincuenta años ha aparecido muerto en una playa de Formentera. Fuera de temporada, nadie ha visto nada. Pero, en los días previos, se le había visto acompañado de un varón mucho más joven y las pesquisas de la guardia civil, encargada del caso, pronto se dirigen hacia lo más obvio: buscar al responsable del que parece un asesinato pasional. El problema es la identidad de la víctima: vivía en San Sebastián y actualmente llevaba una vida normal dirigiendo una gestoría. Pero anteriormente estuvo vinculado con ETA y, de hecho, se pasó diez años en la cárcel condenado por terrorismo. Aunque el asesinato parece no tener relación con su anterior condición, no hay que dejar de lado ninguna hipótesis y, por ello, se le encarga a Vila la investigación. En esta ocasión no estará acompañado de su fiel compañera Chamorro, quien se encuentra de baja.

Ya sabíamos por migajas que Vila había ido dejando caer en las entregas anteriores que, cuando era mucho más joven de lo que es ahora, estuvo destinado en el País Vasco, dedicado a la lucha antiterrorista. Eran los años noventa, los peores de la banda, y el guardia no ha querido nunca hablar de ello. Pero ha llegado el momento de conocer un pasado que, por fuerza, ha tenido que marcarle así que Silva aprovecha la condición de la víctima para hablarnos de ese pasado de Bevilacqua.

Y, así, tendremos dos tramas paralelas; como dos novelas en una, cosa que no habíamos visto en ninguna de las anteriores. Por una parte, tenemos la investigación del asesinato de Formentera. Por otro, conoceremos a un Vila muy joven que pide ser destinado en el País Vasco. Veremos cómo vivían los guardias civiles destinados allí (en Guipuzcoa además, la zona más dura). Cómo llevaban eso de ser objetivos prioritarios y principales investigadores.

La novela se estructura en treinta capítulos más un epílogo final. Las dos tramas se alternan: un capítulo dedicado al presente, el siguiente al pasado. Es como si fueran dos novelas en una y, quizás por eso, creo que es la más larga de la serie. Ambas tramas avanzan paralelamente y en ambas va a ser el propio Bevilacqua el narrador en primera persona.

Siempre me ha gustad Vila pero en esta novela tanto él como Lorenzo están que se salen. Hay muchas reflexiones interesantísimas, que no sólo he leído un par de veces sino que he compartido con mi marido (el cual ha sacado un par de libros para leer; libros que también leía Vila y que no son de mi estilo pero sí del suyo). Lorenzo se supera en cada novela y en ésta yo creo que llega ya a una cima difícil de superar. No es habitual encontrar una novela policíaca tan bien escrita, tan pensada y reflexionada y, al mismo tiempo, tan entretenida y fácil de leer.

La ambientación está muy bien conseguida, tanto la del presente como la del pasado. Particularmente me atraía la del pasado porque yo viví esa época y, más o menos, en esos mismos escenarios. Cierto que de lejos porque en mi zona no había ese “ambiente” pero lo viví). Y creo que ha tocado el tema de una forma magistral, con mucho tacto pero también sin pelos en la lengua y con mucho conocimiento de la situación vivida. A mí, desde luego, me ha convencido totalmente.


Conclusión final

Tuve la ocasión de asistir a un encuentro virtual de blogueros con el autor y creo que todos dijimos lo mismo: ésta es la mejor novela de la serie y, por ende, me atrevería a decir la mejor del autor. Una novela muy madura, con un Bevilacqua que se sale. Una novela muy entretenida y fácil de leer pero también dura, con alguna escena que se queda clavada y emociona.

Aconsejo totalmente su lectura. Obviamente, a los incondicionales de Silva (aunque a estos no hace falta recomendarla) pero también a quien no haya leído ninguna otra entrega de la serie. Porque, aunque siempre es recomendable leer las series en orden, en ésta no es del todo imprescindible y perfectamente se puede leer ésta sin haber leído las anteriores.
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