Algunos días de abril

Decimocuarta entrega de las investigaciones del ex-inspector Mascarell ahora ya asentado en su función de ayudante del detective Fortuny, lo que ha acabado de dar un giro y muchas posibilidades a esta serie ya convertida casi casi en un clásico.

Esta vez tendremos una historia más limpia que en ocasiones anteriores, con no tanta acción, però como viene siendo habitual con una importante carga de querer seguir explicando hechos que sucedieron durante la guerra civil y los años posteriores, con una fuerte carga de crítica social delante de algunas situaciones que todavía hoy en día levantan encendidos debates y controversia social.

En esta ocasión Mascarell y Fortuny recibiran el encargo de una mujer para investigar si su marido realmente murió durante la guerra para poder volverse a casar. Y cuando un caso parece simple, casi sin futuro, nuestro par de investigadores irán tirando de ese hilo invisible que les irá dando pequeñas pistas para continuar investigando, y aprovechando el argumento el autor nos muestre como 13 años después de finalizar la contienda bélica, ésta seguía teniendo incidencia directa en la vida de las personas, y como había problemáticas escondidas debajo una manta, como es la hosexualidad, las personas que se sienten de otro género, no sólo para hablarnos su situación durante la dictadura sino para mostrarnos como eran tratados durante la república, la guerra y las consecuencias que conllevó.

Y este volumen el autor hace el paso definitivo para que la historia ya no sólo se identifique con la Barcelona de la posguerra, ya había mostrado en pequeñas dosis en alguna de las entregas anteriores con la aparición de Fortuny y su moto con sidecar, permite que las investigaciones puedan salir de Barcelona, podríamos decir que la serie del inspector Mascarell ya se le ha quedado pequeña Barcelona y esto permite ahondar en el interés del autor por mostrarnos la sociedad de los años 50 fuera de una capital, enseñarnos como salía de la posguerra la sociedad de las pequeñas ciudades o el caciquismo todavía existente en pequeños pueblos rurales.

Como viene siendo habitual la otra pata donde se aguanta toda la serie sigue siendo la vida personal de Mascarell, que poco a poco va teniendo más relevancia, se va intricando conjuntamente con la del dectective Fortuny permitiendo mostrar como la vida de la gente iba volviendo a una cierta normalidad después de la guerra y los duros años de la posguerra.

Igualmente las conversaciones entre Mascarell y Fortuny tan alejados ideológicamente (o eso parece) se han convertido en parte fundametal de la narración, una pareja clásica que a veces podríamos comparar con la del payaso blanco y negro, que da grandes momentos, sobretodo de una ironía ácida que ya esperas al abrir el libro y da un perfil diferente para una novel·la policial con tintes clásicos.


Esta vez el autor para relatar la historia no se apoya en ningún hecho o personaje histórico, se centra en un problema social concreto dando toda la fuerza a los personajes de ficción, incluso con la particularidad de crear una población ficticia para mostrar un pueblo rural. No es de la mejores historias, es normal que en estas series tan largas existan historias mejores que otras, però no deja de ser una lectura amena y ligera, de rápida lectura y con un final como nos tiene acostumbrado el autor sorprendente siempre en el último momento. La serie del inspector Mascarell sigue viva y dando la impresión de que tiene muchas historias que contar.
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