El mundo es injusto y la naturaleza es cruel.
Se trataba de una observación básica cuando adquirí consciencia. En un mundo natural, se erradica lo débil sin escatimar dolor y prejuicios. Todo lo merecedor de compasión, lástima y amor no recibe ninguna de las tres cosas.
Puede que, al contemplar un bello jardín, uno se maraville ante el milagro de la naturaleza; sin embargo, en un lugar así no hay naturaleza por ninguna parte. Todo lo contrario: ese jardín es producto de muchos cuidados y un cultivo amoroso. Se protege con grandes esfuerzos de las robustas malas hierbas que la naturaleza usaría para socavar y ahogar su esplendor.
La naturaleza es la suma de todo el egoísmo, y obliga a las especies a luchar cruelmente por la supervivencia hundiendo a las demás en el asfixiante lodazal de la historia.
He trabajado mucho para cambiar eso.
He sustituido a la naturaleza por algo mejor: un propósito consciente y reflexivo. El mundo es ahora un jardín glorioso y florido.
Que me llamen antinatural es un gran cumplido. Porque ¿acaso no soy superior a la naturaleza?
—El Nimbo
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