La voz de Archer

Era como si mi cuerpo fuera un instrumento y hubiera aprendido a tocarlo tan bien que la melodía vibraba dentro de mi alma.

— Amar a otra persona implica que puede hacerte daño. Se puede evitar la posibilidad de sufrir, sí…, pero ¿acaso no merece la pena correr el riesgo? ¿No vale la pena darle una oportunidad?

Las palabras más importantes son las que vivimos.

—Ellos no saben quién eres, Archer. Ni se lo imaginan. Y no tienen derecho a saberlo. No dejes que te afecten.

De pronto se me ocurrió que Archer Hale había aprendido un idioma, pero nunca había tenido una sola persona con la que utilizarlo. Hasta que llegué yo.

—Te quiero tanto que me duele —confesó y parecía afligido.
[…]
—El amor no tiene que dolor.
Él inspiró profundamente.
—Sin embargo, me duele. Me duele porque tengo miedo de amarte. Temo que me dejes, temo volver a estar solo. Será cien veces peor porque sabré lo que me hace falta. No puedo. —Tomó aire de forma entrecortada—. Quiero ser capaz de amarte más de lo que temo perderte, y no sé cómo. Enséñame, Bree. Por favor, enséñame. No dejes que esto me destruya. —me miró suplicante, con el dolor grabado en cada rasgo.

Él se mostró contento. Yo todavía no estaba acostumbrada a sus sonrisas, y esa hizo que se me acelerara el corazón. Eran como un raro milagro, así que las atesoré y las almacené en algún lugar en mi interior.

—Date un respiro. Mira todo lo que has logrado ya. Mira quién eres a pesar de todo lo que tenías en contra.

—Lo hiciste. Fue difícil, pero lo hiciste.

Sabía mejor que nadie que si no estabas dispuesto a hablar de algo, nadie debía tratar de obligarte.