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Crítica de Dyalia


Dyalia
11 May 2021
Teniendo en cuenta los clásicos que voy leyendo y lo poco que me convencen últimamente, mis expectativas estaban en el subsuelo, solo quería conocer la historia original de la que salen tantas adaptaciones, de conocer al verdadero monstruo y su naturaleza, saciar un poquito mi curiosidad y, ya, detrás de todo eso, ver si la historia en sí me gusta y... oh, vaya si me ha gustado.

Lo primero que más me ha sorprendido es que siempre hemos conocido esta novela por medio del monstruo, al que además, durante la mayor parte de nuestras vidas nos habremos dirigido erróneamente como Frankenstein, cuando se trata del doctor y la propia criatura ni siquiera tiene nombre, ni nadie que le quería dar uno (cosa con la que la verdad es que podría haberse arreglado gran parte de la historia, un poquito de amor y toda la novela no habría existido, pero bueno), pero esta no es su historia, es más, hasta podría decir que es una historia dentro de otra, con pequeñas ramificaciones de otras historias interiores, como si fuese una matrioska pero más que con muñecas, con historias escritas. Primero todo comienza con las cartas de un hombre que está viajando en un barco (o algo así, en realidad ni me acuerdo, pero su relevancia es más bien nula), para después adentrarse en lo que realmente importa: la vida del doctor Frankenstein, desde que vive con su familia y se comienza a interesar por una ciencia extraña y por poder dar vida a una criatura creada de cero, hasta el momento que llega a parar al navío, sin apenas fuerzas y con el miedo entremezclado con la rabia por encontrar a la criatura a la que dio vida.

No es una historia que se suceda rápido, va avanzando poquito a poco, se entrelaza con reflexiones y algunas incluso un poco encubiertas, de esas que te hacen pensar acerca de la humanidad, de la venganza, de quién es el verdadero monstruo y sentir ese quedo dolor por una vida que no tendría que haberse creado si no se pretendía cuidarlo o, al menos, a la que quizás se debería haber tratado de otra manera desde el inicio.

Todo ello unido con la pluma de Mary Shelley la verdad es que me ha encandilado a su manera, me ha hecho sentir y dejarme llevar por sus palabras, sus párrafos cargados de ese aire denso de novela clásica, pero a la vez con ese toque que engancha por seguir sabiendo más. El diálogo es casi nulo, al fin y al cabo, se trata de un relato (mucho me sorprende en esta clase de historias que los personajes SIEMPRE se acuerdan de las palabras exactas de conversaciones que mantuvieron meses atrás, yo solo recuerdo las palabras que me llegan en flashbacks cuando metí la pata o dije cosas que dieron verdadera grima, pero en general no recuerdo ni qué he comido hace tres horas...), pero la prosa de la autora no hace que la lectura sea lenta, lleva al lector hacia reflexiones en las que podría no haber pensado, atrae aspectos que hacen dudar de la humanidad de los seres humanos y de los porqués de la sed de venganza del monstruo. Su historia es de las que duele, de las que crueles que se van instalando en la empatía del lector y producen esa sensación de frustración, de aprecio y de dolor, de las injusticias y de aquello que produce la falta de cariño.

Podría decir sin lugar a dudas que mi personaje favorito ha sido el monstruo, la personalidad tan redonda que tiene, las razones tan claras de su forma de actuar, los pequeños pasitos que fue dando para que los humanos pudieran aceptarlo en sus vidas... y el rechazo que recibe. Una vez y otra. Y otra más. Y la sed de venganza, hacia todos ellos y, especialmente, hacia su creador, aquella persona que lo dejó vagar por el mundo, con el miedo de lo que había creado y, en mayor medida, con la repugnancia. Cuántas cosas habrían sido distintas de haberlo aceptado. Cuántas muertes se habrían evitado de darle aquello que merecía, una persona en la que cobijarse, un aprecio y unas palabras con el resto de humanos, para que no fuese su aspecto externo lo que se mostrara, sino su interior, ese que era moldeable y los humanos moldearon para dejarlo como a una criatura llena de odio.

A pesar de que la mayor parte de la novela la he disfrutado muchísimo, hay algunos aspectos que no me han convencido para llevarse la nota máxima, aspectos como el sinsentido de que el doctor se colara en cementerio para robar trozos de cuerpos de sus muertos (wtf?) o el mismo hecho de que, aunque la creación se llevo a cabo durante meses, ni uno solo de esos órganos se pudriese en el transcurso. Así como la repetitiva desdicha de Frankenstein en la recta final, ese ciclo en el que entró y todo se tornaba monótono y cansino, de verdad, todo empezó de su mano y la de quejas que salieron por su boca la verdad es que eran demasiadas, si lo hubiese creado un poquito más guapo y le hubiese dado un poquito de cariño, no habría habido ni quejas, ni venganza y todo habría acabado siendo fantabuloso, pero no, el tío tenía que dar la nota y contar lo mal que estaba y cuánto se arrepentía de lo que había hecho...

En fin, me alegro mucho de haber dado una oportunidad a esta historia. Quizás no se convierta en uno de mis clásicos favoritos, pero sí uno de esos que me ha marcado.
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