“ELENA.- ¡Dios preserve nuestra castidad contra los minadores y asaltantes! ¿No conocéis estrategia alguna militar mediante la cual puedan las vírgenes hacer saltar a los hombres?” ~ A buen fin no hay mal principio de William Shakespeare. Comedia de Shakespeare que no me ha hecho reír, la verdad, y que me ha costado bastante leer. La historia no está mal y por momentos tiene su punto pero el hecho de poder centrarme a gusto en ella solo a cachos es lo que ha hecho que para mi haya perdido gracia. La obra de teatro nos narra la historia de la joven Helena enamorada de Beltrán de mayor rango social y que se va a servir al rey enfermo. Helena conoce un remedio para la enfermedad del rey y acude a él cambiando su salud por la posibilidad de casarse con Beltrán y ahí comienza el lío que se resume en ¿cómo encajar el amor cuando no hay amor? Ya os lo podéis imaginar. Eso sí, debe de ser la primera obra de clásicos que leo en la que el rey me cae bien. |
A punto de cumplirse 10 años de la abdicación del rey emérito, las librerías se atiborran de libros sobre su auge y caída.
La vida del rey Juan Carlos sigue siendo una fuente inagotable de biografías, ensayos y análisis. ¿Por qué? La respuesta podría estar en las obras de William Shakespeare. Las hazañas y vilezas del rey emérito tienen los elementos de una tragedia shakesperiana, la fuerza de un drama isabelino que no nos cansamos de contar, de leer y de releer: un príncipe sin corona que sacrifica todo (incluido a su propio padre) para reinar y que, cegado por la codicia, termina perdiendo el trono y pasa sus últimos años de vida vagando por el desierto.
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