La forma de narrar de la escritora, como los antiguos cuentos que se contaban oralmente, me ha conquistado y la historia, sin duda también. Es una historia que, para mí, perfectamente la habría podido contar el gran García Márquez y también me ha recordado un poco a “la casa de los espíritus” de Isabel Allende. Ese realismo mágico que aparece en pinceladas, como si fuera una historia que se cuenta de padres a hijos ha sido muy agradable. Los personajes están muy bien trazados, una obra casi coral muy recomendable, sin duda leeré su libro anterior y los que publique después. Ha sido una experiencia muy grata.
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