Dos formas de escribir una novela en Manhattan

Me adentré en esta novela para intentar cortar este bloqueo lector que me lleva persiguiendo desde hace un tiempo.


Me lo compré en digital y empecé sus primeras páginas y entonces ocurrió algo maravilloso y es que no pude dejar de leer. Fue tal el enganche que por la tarde me hice con la edición en papel, porque personalmente disfruto más de los libros en físico.

Normalmente no suelo leer este género, recurro a él cuando precisamente me cuesta más concentrarme o ponerme con la lectura. Casualmente, esta historia nos habla de los ingredientes que hacen que la novela romántica sea en muchas ocasiones una vía de escape al lado más amargo de la vida. Un género que habitualmente está quizá algo infravalorado y en esta obra se hace hincapié en el valor de cualquier tipo de texto, en lo enriquecedor y sanador que es escribir.

La historia nos presenta a dos protagonistas totalmente opuestos: Shiobhan Harris, una escritora novel de literatura romántica con un talento natural y Marcel Black, un consagrado escritor de novela negra. Una publicación en twitter y un posterior enfrentamiento en las redes sociales hará que el camino de ambos se cruce con un claro objetivo. Pero como figura en una de las propias líneas de la novela “Esa es la gracia de vivir, que nunca o casi nunca se sabe qué capítulo tocará escribir el día de mañana”.

Como dije, ha sido un soplo de aire fresco en un momento en el que me está costando más leer, lo he devorado. Su lectura es muy fluida ya que aborda los acontecimientos desde los dos puntos de vista, el de Shiobhan y el de Marcel. Tira de clichés del género que suelen entretener bastante y consigue atraparte completamente entre sus páginas.

He de advertir que obviamente algunas acciones o comportamientos de los protagonistas, especialmente del protagonista masculino son para poner en observación en la vida real, porque está claro que nadie tendría que lidiar con los traumas de los demás a toda costa.

En todo caso, he encontrado lo que buscaba, una historia que me enganchó, amena, divertida y la verdad que un pequeño y bonito homenaje a la pasión y oficio de escribir, con un mensaje importante y es que al final todos los géneros literarios aportan algo a los lectores/as y que la escritura es terapia para el alma.