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Crítica de rafaperez


rafaperez
04 April 2022
Cuando en mi reseña de Pedro Páramo digo que la ecuación esfuerzo/ recompensa no me sale a cuenta, en mi insuficiencia, argumento desde la razón.

Le pese quien le pese, mientras que a Rulfo parece que se le cayó el manuscrito y no lo supo ordenar, Sepúlveda ha sido poseído por el demonio de la transparencia.

Esta es la gran diferencia. La capacidad de un autor de facilitar al lector su propuesta, sin renunciar a la palabra exquisita y a la " locura" de un realismo mágico, que se me ha metido muy adentro.

Pese a estar avisado en otras reseñas, acudí al libro tan sólo unos días después de la extracción de mi 47.

Puntos de sutura y un hueco en plena cicatrización se hacen más llevaderos con el barbero/cirujano/dentista/ torturador/ traficante de novelas de amor que desembarca en El Idilio justo al comienzo de la novela, logrando las delicias de los lugareños y de mi cercana memoria.

Haciendo de muela corazón, me adentro en el amazonas sin tener ni puñetera idea de donde me estoy metiendo. Pero, en lugar de hacerlo como un gringo en una armería, soy cauteloso, y voy pisando con respeto la maravillosa selva de palabras que el chileno pone a mi disposición.

Afortunadamente me dejo llevar por la fuerza de Antonio José Bolívar Proaño y de su mano contemplo el estallido de colores, sonidos, olores, flora y fauna .
Aquí el intruso soy yo.

El personaje de Sepúlveda me enseña la soberbia del humano civilizado en un medio que desconoce, que malinterpreta y devasta.

Y como la naturaleza, harta de que la corrompan, llora y herida de muerte.
Ataca.

Toda vez que la mezcla de analgésicos, vino y mensaje logran su equilibrio (que no el mío) disfruto también de otros aspectos del texto.

El protagonista, sus rasgos, estilo de vida, peculiaridades, y en especial su forma de relacionarse con el entorno.

Hombre que lee de pie, en voz alta, como un niño que está aprendiendo, y con una inmensa capacidad de entender aquello que no ha visto o desconoce.

¿Cómo no sentir empatía por el viejo Proaño? ¿Cómo no va a trascender el dolor de la tesitura a la que tendrá que enfrentarse?
¡Cómo no sentirlo en mi propia piel!

Me encuentro muy a gusto con este tipo de autores que desde la brillantez y el orden, muestran una Latinoamérica profunda, que ya empiezo a tocar con la punta de mis dedos.

Librito que denuncia como arrasamos con todo, incluso entornos que ni nos molestamos en comprender.

A ver si con suerte, dejamos de hacer sangrar a la madre tierra.
Aunque esto está más jodido, pues nos sentimos cómodos con la autodestrucción.
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