Entre tonos de gris

¡Ay, todavía duele un poco!

Llevaba años queriendo leer este libro, pues me parece que nos habla de un tiempo y un lugar de la historia que siempre pasamos por alto pero que tuvo lugar, marcó a muchas personas y debemos conocer.

La historia nos presenta a Lina Vilkas, nuestra protagonista de quince años, la cual vive una vida normal y tranquila en Lituania junto a su madre Elena, su padre profesor Kostas y su hermano pequeño Jonas. Pero no conocemos casi nada de esto, pues la historia comienza cuando la familia de Lina es sacada a la fuerza de su casa, siendo deportados por los soviéticos que están conquistando su país y todos los Estados bálticos.

A partir de aquí sabemos que nada va a ir bien. Seguimos a Lina, Elena y Jonas, junto con algunos vecinos y muchas más amistades que van formando en el camino a través de un largo viaje que va desde Kaunas hasta cruzar el Círculo Ártico, pasando por Altái. Un viaje bastante cruel y desgarrador, donde todos son tratados como animales, tanto en los trenes de ganado sin espacio, bebiendo de cubos de agua; como en las yurtas con nevadas, sin recibir casi comida ni madera. Vemos cada pequeño gesto, cada injusticia, cada muerte, y la vivimos en primera persona, sintiendo ese dolor y esa angustia.

Y pese a todo, podemos ver que muchos personajes no pierden la fe, que aún así mantienen la esperanza, el sentido del humor, son amables, ayudan y comparten... la mejor humanidad en la peor situación.

A lo largo de la historia descubrimos muchos personajes que nos roban el corazón. No solo los protagonistas principales, todos representan diferentes versiones y puntos de vista de lo que viven, desde los más pequeños a los más grandes. Desde Andrius; que no deja de luchar nunca, la pequeña Janine; viviendo el trauma a través de su muñeca, el calvo; que solo desea la muerte para no vivir lo que vive, quienes se venden a los soviéticos intentando tener una vida mejor, etc. E incluso entre los enemigos, al final nos dejen entrever también diferentes versiones.

El ritmo de la novela es muy ágil. Se lee en un suspiro, pues la autora escribe realmente bien haciendo capítulos cortos donde te deja con ganas de más, y te atrapa con la historia y su ambientación. El libro cuenta con un mapa, lo cual siempre hace más realista la historia, pudiendo ver la magnitud del viaje y las localizaciones donde deben vivir (o más bien, sobrevivir).


Todo lo que va ocurriendo es similar a cosas que ya hemos visto con los judíos en la Alemania nazi, pero ahora debemos pensar que no solo los ocurrió a ellos. Que otros países, por parte de otras grandes potencias, también vivieron horrores (es curioso porque en el propio libro hasta ven a los alemanes como buenos).

Mi edición además incluye una guía de lectura que me parece sumamente interesante y que complementa muy bien el libro, pudiendo hacer de esta una lectura obligatoria de instituto.