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Este libro es de los más originales que tengo en las estanterías y también entre los que me he leído a lo largo de mi etapa lectora. El autor ha hecho un trabajo brillante con esta obra. El libro nos narra dos historias, una ambientada en 1977 y la otra en 1927. La narración de 1977 está hecha de la manera tradicional, es decir, mediante palabras, y la historia de 1927 está hecha en su totalidad mediante unas ilustraciones preciosas con todo lujo de detalles. Aparentemente son historias independientes que transmiten mucho, cada una a su manera. En la historia de 1977 conocemos a Ben, un niño que vive en Minnesota junto a sus tíos tras el fallecimiento de su madre. Ben es sordo de un oído pero, tras un accidente, pierde la audición de su oído bueno y eso le impedirá hacer vida normal. El protagonista, tras descubrir en casa de su madre una documentación referente a su padre, al cual no conoce, decide escaparse a la ciudad de Nueva York en busca de su progenitor y allí comenzará su aventura. Por otro lado tenemos la historia de 1927. En ella conocemos a Rose, una niña sorda, que vive recluida en casa por orden expreso de su padre al creer éste que el mundo de fuera es un peligro enorme para su hija. Rose, harta de estar encerrada, decide escaparse de casa y buscar una vida mejor y una salvación a la apatía que siente. Las ilustraciones que narran esta historia transmiten muchos sentimientos al lector y son tan maravillosas que el lector capta enseguida lo que el autor quiere mostrar. Ambas historias son muy tiernas, transmiten mucho y están llenas de sentimientos maravillosos. He léido esta obra en un suspiro y con una sonrisa permanente en el rostro. ¿Y qué decir del final? No me esperaba para nada el giro que dan y la manera en la que se unen las dos historias. Me ha sorprendido gratamente y no hay final mejor posible para esta obra. Que no os asusten las más de 600 páginas, se lee en una tarde el libro, engancha bastante y la ambientación es simplemente maravillosa. El lenguaje usado por el autor es muy sencillo y la cantidad de ilustraciones que acompañan la obra hacen de ella una experiencia gratificamente con un ritmo muy ágil. Como punto negativo, que no es tal pero que me ha dejado bastante chafada, es que se me ha hecho muy corto. Estaba disfrutando mucho cuando he llegado al final y he acabado su lectura. Me he quedado con ganas de seguir leyendo más de la historia, y es que estaba embobada ante toda la magia que desprende cada página de la obra. |
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