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La obra comienza con un delicioso prólogo de Jesús Cañadas, que es la antesala a una historia con tintes de terror, suspense, y que está escrita con mimo y tiento, cuidando el más mínimo detalle. El ambiente claustrofóbico y los matices sensoriales que rodean a los personajes le dan un toque especial a una obra llena de simbología y cargada de dramatismo. Una novela escrita sin concesiones, por momentos, descarnada. No la recomendaría a quienes posean estómagos sensibles, ya que trata algunos temas incómodos, eso sí, siempre desde la interesante y singular perspectiva de su autor, que con un estilo fresco y propio consiguió atraparme desde sus primeros compases. En resumen, he disfrutado mucho de su lectura, acabándomela en menos de una semana. Seguiré de cerca a Sebastián G. Sancho como autor, ya que me ha sorprendido gratamente con esta ópera prima. |