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Críticas sobre Kentukis (37)
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lectoraaburrida
 05 March 2019
El tema no es novedoso ni probablemente la forma de tratarlo, pero desde luego que el libro de esta mujer me ha impactado.
Comienza con uno de los mejores primeros capítulos que he leído últimamente en un libro y después acaba derivando en una especie de terror tecnológico que da miedo. Miedo por ser un espejo de lo que realmente somos.
La autora juega con la tensión y la conciencia del lector dejando el pensamiento de "somos de los que nos gusta mirar o de los que preferimos mostrarnos?". No es algo tan descabellado si tenemos en cuenta nuestra perpetua presencia en las redes sociales.
Muy recomendable.
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MrWonderBook
 26 November 2018
Era la primera vez que leía un libro de Samantha Schweblin. Los Kentukis son unos pequeños “robots” con forma de animal, que disponen de ruedas, cámaras y micrófonos entre otras características. Son manejados a distancia por alguien anónimo, donde puede observar la vida de otra persona elegida al azar en cualquier lugar del mundo que haya comprado un kentuki. Hay dos opciones para elegir, o ser “amo” y manejar el kentuki mediante una tablet para observar la vida de la otra persona, o “ser kentuki”, personas que han comprado el robot anteriormente comentado, compartiendo así su día a día.
Ha sido inquietante la lectura de este libro, ya que te hace pensar hasta qué punto estamos dispuestos a compartir nuestra privacidad, cosa que ya hacemos hoy en día mediante las redes sociales. Tal como avanza la tecnología, no me extrañaría que se hiciera realidad y se pusieran de moda los kentukis en la vida real.
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Jensv
 12 November 2018
Escogí Kentukis como lectura para el 31 de octubre. Tengo que decir que una vez más me traicionaron las expectativas y me imaginaba una historia diferente. Los y las protagonistas de los diferentes relatos nos hablan abiertamente de su soledad o nos permiten entreverla. La alta tecnología llega en forma de Kentuki -muñeco de peluche con cámara que dirige y vigila una persona desconocida desde su casa- para traer consigo un poco de compañía y felicidad; finalmente supuesta, ficticia e incluso peligrosa.

El libro hizo que en mi cabeza aparecieran diferentes preguntas. ¿Estamos preparadxs como sociedad para acoger a la tecnología al ritmo al que avanza? ¿Ella se adapta a nuestras necesidades o somos nosotrxs quienes nos adaptamos a necesidades creadas?

Me asustó el hecho de pensar que a lo mejor no estamos tan lejos de que lo que Samanta cuenta se convierta en real. Me da miedo el hecho de que estando tan cerca y rodeadxs de tanta gente tengamos que recurrir a un aparato para vivir a través de los ojos de otras personas, sin comunicarnos, sin tener contacto y sin dar importancia a la soledad de lxs demás.
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luisagayon
 16 November 2022
Son novelas que te quitan el aire." Kentukis lleva el concepto de la invasión a la intimidad a través de la tecnología a otro nivel. Imagínate que el furby que compraste es en realidad una persona que está conectada desde su casa viendo todo lo que haces. Tú decides si ser kentuky o ser su amo (si observas o te observan). Claro, es una reflexión sobre lo solos que estamos y esta tecnología reemplaza emociones que antes se daban naturales y todas las consecuencias de esto.
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ornito
 20 December 2021
MI LIBRO FAVORITO DEL 2021.

Encontré este título un día como propaganda en facebook, o instagram, no me acuerdo muy bien, la verdad. Lo que sí tengo presente es que vi la portada de paso y seguí de largo, para menos de un segundo después volver para mirarla mejor.

Sí, me había llamado la atención, pero me agarró desprevenida.

Me quedé ahora sí, un ratito largo mirando la portada, teniendo un vago recuerdo de Cementerio de Animales y cuestionándome por qué alguien le pondría de título a su libro como el plural (y mal escrito) de una cadena de restaurante de pizzas.

Picada por la curiosidad fui a buscar una sinopsis que me explique un poco mejor qué es lo que estaba pasando. El buen pana Google hizo lo que tenía que hacer y yo, por otro lado, leí lo que tenía que leer.

Me quedé imbécil, porque no entendí absolutamente nada. En mi mente se dibujó una secta, pero tampoco sabía bien por qué. Carecía de sentido la correlación entre palabras y así como entré a la página preguntándome «¿De qué se trata?», salí de la misma forma.

Y entonces dije: LO NECESITO.

Leer más de un libro al mismo tiempo no es de mis actividades favoritas, no lo hago a no ser que sea muy necesario o que necesite un break de tal historia, aun así, si un nuevo libro se interpone, no vuelvo a agarrar el primero hasta terminar con el infiltrado. ¿Me estoy enredando mucho? Puede que sí.

La cosa es que no me resistí más, no había terminado Demian y dije «Voy a leer solo la primera frase de Kentukis, solo para saciar las ansias y listo». Madre de dios qué mala idea. Samanta no encontró una mejor frase para iniciar su narración, puso en la sinopsis y en aquella primera frase tanta incertidumbre que te atrapa desde el primer momento.

Terminé leyendo todo el primer párrafo, porque al final la primera oración no fue suficiente, cuando me di cuenta el primer párrafo tampoco me estaba calmando así que seguí con el siguiente. de repente mis dedos estaban en la punta de la página, a punto de pasarla. Y me frené. Si yo llegaba a dar vuelta esa página no iba a poder parar hasta terminarlo. Lo sabía. ¡Y solo había leído el principio! Me contuve. Usé una fuerza de voluntad enorme (una que al parecer tengo pero se hace inútil para las cosas importantes de la vida) y seguí con Demian, lo terminé, suspiré y me acuerdo también que dije que quería esperar un poquito a empezar con otra cosa porque ese libro realmente para mí significó algo. Pero la fuerza de voluntad aparentemente viene con una única muestra gratis cada cierto tiempo, después hay que pagar. Y para quienes no saben, estoy bastante pobre. Por lo tanto, apenas ese pensamiento se concluyó en mi cabeza, solté un libro y fui a correr atrás del otro como si me estuviesen ofreciendo el boleto ganador de la lotería como si no tuviese que pagar un impuesto a las ganancias.

Empecé otra vez, la primera oración, el primer párrafo, el segundo, el tercero y la primera hoja. Pasé página. Pasé página otra vez y pasé página otra vez. Terminó el primer capítulo y dije «¿Qué carajo acabo de leer? ¿Y por qué sigo sin entender nada?».

Gente, me estaba encontrando ante una tremenda joyita y todavía no me daba cuenta.

Déjenme, les explico.

Tal y como nos cuenta la sinopsis, los kentukis no son robots, ni fantasmas, ni mascotas, y no están en tu casa, pero están.

Los kentukis son unos aparatitos bastante tiernos, que tienen la forma de animalitos, los compras en el chino, en la tienda de regalos, en el bazar, en el supermercado, vos podés elegir el que más te guste. Hay conejos, dragones, cuervos, topos, entre tantos modelos más. Son básicamente peluches con ruedas y un sistema de carga en el interior, por supuesto vienen con su correspondiente cargador. Y estos peluches, gracias a sus rueditas, se mueven solos por la casa, parpadean, hacen ruiditos y se comunican como pueden. ¿Por qué? Porque detrás de toda esa superficie de ternura existe una persona del otro lado del mundo manejándolo. Los ojitos de esos bichos son una cámara, y a quien quiera que lo esté manejando, tiene en su pantalla de la computadora, tablet o teléfono tu viva imagen de lo que estás haciendo en tiempo real.

¿Y esto es ilegal? Por supuesto que no. Existe un contrato tácito entre kentuki y amo. El kentuki es quien decida comprar una tarjeta de usuario para pasársela detrás de una pantalla observando la vida de alguien más, amo es quien compra su muñequito en la tienda más cercana, lo enciende y lo trata como mascota y/o amigo.

La única condición que existe es que nadie puede elegir. El kentuki no puede elegir quién o qué parte del mundo le va a tocar, y el amo no puede elegir quién va a tener acceso a su casa. Así que sí, quien te esté mirando puede ser un pervertido; un niño de 7 años; o un ser humano decente que hasta puede convertirse en tu amigo de la vida real. Y lo mismo pasa del otro lado, el kentuki puede comenzar a vivir en Miami a través de los ojos del muñequito que maneja con las flechas del teclado, pero resulta que puede ser el regalo de cumpleaños de un infante que lo golpea; puede caer en una casa donde hay un perro que no deja de perseguirlo; quizá se convierte en la compañía cotidiana de algún ser humano que vive solo; o puede quedar en el medio de una casa desolada en la que no pasa absolutamente nada.

A través de esta “forma de vida” o “avance tecnológico” salen disparadas consecuencias tan distintas que es inevitablemente fascinante leer cada una de ellas. Entre amo y kentuki puede generarse un vínculo precioso y hasta pueden inventar juntos un idioma o una manera de comunicarse entre ellos. En esta historia tenemos la posibilidad de ver la vida a través de distintos personajes, pueden ser ellos kentukis o amos. Conocemos la sensación que tienen con la compañía de aquella otra persona del otro lado, las amistades que pueden surgir entre kentukis si llegan a conocerse entre ellos, los motivos por los que la gente se convierte en kentukis o amos. Incluso el provecho que saca la gente con esta nueva tecnología, porque siempre existen, los que los aman y a quienes les desagradan completamente. Las distintas historias que pueden (o no) llevar a cada uno a elegir ser uno u otro. Hay historias que te llegan al corazón, otras que te desesperan porque no hay nada que se pueda hacer y otras que te parten el alma porque junta ambos conceptos. Llega a ser hermoso como horrible, y cuando menos te das cuenta te estás cuestionando en cuál de los dos bandos estarías si esto algún día llegara a ser verdad.

Pero al final del día nunca hay que olvidar que quien está del otro lado no es una mascota o un amo, sino una persona. Se pueden ofender, pueden ser vengativos, pueden estar en desacuerdo y ellos sí pueden hacer algo, tanto amo como kentuki tienen cierto poder sobre la otra persona que no se puede evitar, y es algo que uno acepta al comprar uno o al abrir el servidor por primera vez.

Cuando terminé, la última oración se me quedó grabada en la cabeza, dejándome en blanco, de la misma forma que lo hizo la primera oración del libro. Pero esta vez la incertidumbre tuvo un sabor amargo. Primero, porque no hay nada que pueda calmar mi razón de ser porque no existe un capítulo siguiente; segundo, porque devolvió toda esa desesperación de no poder hacer nada como lo había logrado con el resto de las historias; y tercero, porque fue un golpe seco, duro y sin anestesia a la realidad. Y simplemente hay que vivir con eso.
Enlace: https://ornellassx7.wixsite...
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aguakte_verdekaki
 23 October 2021
Los Kentukis, son unos peluches-robots-mascotas mecanizadas con forma de animal (un cuervo, un topo, un conejo..), con ruedas en la base y una cámara en sus ojos.

En la novela siempre hay un observador y una persona observada. Quien lo compra, que sería la persona observada, sabe que el robot va a deambular por su domicilio, va a conocer sus hábitos y su rutina hasta donde él/ella decida que quiere que vea el otro. El observador, que ha comprado una especie de licencia, maneja al robot desde un dispositivo electrónico. Ambos, son totalmente desconocidos. Uno puede estar en Berlín y el otro en Vancouver. No hay comunicación alguna a priori.

Aunque el planteamiento parece un poco bizarro porque cuesta entender quién estaría dispuesto a abrir su intimidad a dicho nivel y quién estaría dispuesto a observar la vida ajena a modo Gran Hermano, según iba leyendo, he sentido que no se alejaba demasiado de nuestra realidad, de lo que ocurre con las redes sociales. Éstas nos permiten justo esto, observar y ser observados.

De una forma muy creativa, la autora habla de como buscamos combatir la soledad con las redes sociales, siendo inicialmente refugio de algo que posteriormente se convierte en aislamiento. Trata la sobreexposición de la vida personal y como el creernos conectados a las redes, en realidad nos hace estar muy desconectados de nosotros mismos y del mundo real.
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Davicalpa
 02 January 2021
Ciertos libros quieres que te gusten. Están ahí, desde hace mucho tiempo esperando, ofreciéndote una premisa tan potente que sabes que lo vas a disfrutar página a página. Kentukis era uno de esos libros y, nada más comprarlo, pasó directamente a encabezar la siguiente de mis lecturas.
Encima comienza de una manera poderosa e impactante. Lees sus primeros párrafos y te entusiasmas porque es exactamente el tipo de lectura que esperas, con una premisa irresistible que te invita a dejarte llevar por sus estimulantes sugerencias. Y aún así, con todo a su favor, termine por aburrirme con una novela a todas luces fantástica. Y me cabrea mucho no haberla disfrutado como realmente se merece.
Pongámonos en situación. Los Kentukis son unos dispositivos con forma animal, casi como peluches, que se controlan a distancia. El comprador de los mismos tiene una especie de mascota que le acompaña y, a distancia, existe alguna persona que lo maneja con una tablet. Con todas las implicaciones que eso conlleva y que tan bien desarrolla Samanta Schweblin. Sí. Su narrativa lo consigue. Todas y cada una de las situaciones que puedas imaginar es capaz de plantearlas de manera convincente, coherente y, por qué no decirlo, se un modo aterrador.
Pero, a pesar de eso. A pesar de partir con ese argumento tan potente, a pesar de explorar todas las consecuencias que supone dar acceso a la intimidad o comprobar el grado de morbosidad que seas capaz de desarrollar. A pesar de que la escritora habla en todo momento de la esencia del ser humano, de la soledad y de la necesidad de exposición a la que nos enfrentamos día a día y que ha creado una sociedad en donde estamos dispuesto a todo por un poco de notoriedad, a pesar de tantas buenas razones, se me hizo eterno.
Quizás fuera por mi nula implicación con los personajes, muchos, que van de un lado a otro con tramas que no terminaron de impactarme o porque, después de todo, la premisa no era tan original como yo esperaba. Una suerte de gran hermano en la que todos estamos dispuestos a exponer nuestra vida y la de los que nos rodean.
Tengo que recomendar esta novela porque la respuesta de los que la leen es unánime. Pero en mi caso, sus escasas doscientas veinte páginas se volvieron interminables.
Estoy seguro que volveré a leer a esta escritora argentina, pese a todo. Gente así debería inundar nuestras estanterías.
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gamasdeazul
 17 November 2020
Este libro es de esas obras que quizás habría entrado en mis pendientes, pero probablemente nunca hubiera leído. Y menos mal que lo hice 😱 Fue mi primera aproximación a la escritura de Schweblin, una autora argentina que, en este libro, nos ofrece una historia de ciencia ficción y hasta terror al retratar el caracter más oscuro del ser humano 🙊⠀

🌼¿Qué son los kentukis? Son una especie de peluches que tienen una particularidad... tienen cámara y micrófono, lo cual le permite a un completo extraño inmiscuirse en la vida de otras personas 😨 Schweblin nos plantea una realidad en la que estos artefactos existen y la sociedad los acepta e incluso utiliza. de esta forma, nos encontramos con relatos alternados donde observamos como la gente interactúa con ellos, ya sea estando detrás de la pantalla o siendo “dueño” de uno de esos adorables (o no) peluches 😅⠀

🌼Si bien hay muchas historias y situaciones en el libro, hay 5 que son más extensas porque se van retomando en la narración. Y creánme que cada una es más particular que la otra 😱 al momento de debatirlo no podía decidir cuál me había gustado más porque todas tenían aspectos detrás que me hicieron estremecer.
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Marisoliturrios
 26 October 2020
La argentina Samanta Schweblin publica en 2018 su tercer novela “Los kentukis”. Sus obras se han traducido a más de 25 idiomas y es considerada una de las escritoras latinoamericanas más importantes de la actualidad.
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“Los Kentukis” es una novela corta, donde la tecnología y el voyerismo tienen el papel principal. Tenemos personajes de diferentes partes del mundo, cada uno de ellos con su propia historia, la cual la autora nos las presenta de manera intercalada. Lo que tienen en común es la tecnología Kentuki, un híbrido entre mascota, red social; entre furby y tamagochi. El Kentuki conecta a personas en distintas partes del mundo: uno es observado a través de su Kentuki y el otro desde su computadora sigue el día a día de esa persona.
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Es un poco complicado de entender, y tal vez se pregunten ¿quién dejaría que un extraño vea nuestro día a día? ¿Qué tipo de padres expondrían a sus hijos a ser observados? ¿Qué clase de gente estaría horas frente al ordenador viendo la vida de alguien más?
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La respuesta es sencilla, no necesitamos de un Kentuki para ello. El libro es una crítica a las redes sociales, a la tecnología y el uso que le damos, pero también a tipo de relaciones interpersonales que se están forjando en la actualidad.
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Vivimos expuestos a las miradas de extraños, pero también exponemos a los nuestros, algo que la gente no entiende es que la privacidad no existe cuando subes algo a internet. Eso sin quitar los miles de “influencers” que tienen miles o millones de seguidores solo por decirte que comen, que visten, o si les picó un mosquito. Somos una especie de voyeristas y al mismo tiempo exhibicionistas.
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Este libro nos plantea una serie de temas actuales para ser analizados ¿Hasta que punto somos esclavos de la tecnología? La soledad nos lleva al uso casi adictivo del mundo virtual, nos alejamos de nuestra realidad para adentrarnos a un mundo no tangible. Si, aquí nos muestran personas que pagan precios excesivos por ver o ser vistos, pero es algo que muchos hacemos... y gratis. Nuestras redes sociales son esas ventanas donde vemos o nos dejamos ver ¿está pasada de moda la privacidad?
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gabybarreyro
 22 October 2020
Kentukis
Samanta Schewblin

Este libro habla sobre lo humano. Que aborda el tema de cómo la tecnología interfiere y modifica nuestra realidad, pero sólo como excusa para dejar en descubierto la miseria humana. La traición, los celos, la maldad, lo sádico, la crueldad, la violencia, el abuso, las mentiras, y podría seguir nombrando todas las miserias humanas. Es un libro que devela con horror lo inhumano del mundo. Pero que deja un resquicio donde una luz puede salvarnos o hacer que no nos quedemos en la oscuridad. El libro promete una salida que nadie ve. Es tarea del lector encontrarla.
No creas que es una novela. Tampoco cuentos. Son historias. Algunas sueltas y otras conectadas. Es un híbrido, no podríamos encasillarlo en un formato. Quizás la mejor definición sería novela coral.
La lectura es dura, lastima, pero nunca te deja ajeno. Una lectura que te desconcierta y te deja pensando por bastante tiempo. Te garantizo que no olvidarás este libro.
La novela abre un debate ético, moral que en algún momento la sociedad debe darse y dejar de hacerse la desentendida.
En definitiva, la novela habla de cómo necesitamos ser mirados, y también mirar a los otros. No es casual que los ojos tomen protagonismo en toda la obra. Dejar de mirar tanto a los otros, y esas ficticias que generan las redes sociales, y observar nuestra intimidad, lo que realmente somos y nos pasa. En esta época de tanta pantalla, de tanto bit, necesitamos parar todo y mirarnos a los ojos sin intermediarios tecno. Lo que necesitamos, parecen gritar los personajes, es más amor.

Samanta Schweblin (Buenos Aires, Argentina; 1978) es una escritora argentina multipremida por su obra.


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Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"

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