Hexekat01 January 2024
Los personajes de Shakespeare siguen vivos y se pasean por todos los escenarios del mundo. Hamlet, a quien se le aparece el espíritu de su difunto padre y lo incita a la venganza, sigue luchando con la cuestión de la que Don Quijote fue víctima: ¿Era un fantasma o era real? ¿Qué criterio tenemos para probar nuestras propias observaciones? Sólo nuestras propias observaciones. Y en ese mismo momento se abre el abismo de la reflexión infinita: el mundo interior, la subjetividad. Y así Hamlet, ese melancólico histérico y comediante suicida, se convierte en el primer intelectual, rico en ideas y pobre en acciones, y en el arquetipo del hombre romántico que se debate con el delirio febril de sus pensamientos y las alucinaciones en las que lo sume la duda de sí mismo. Alemania se ha reconocido en él, y sigue haciéndolo: al igual que Hamlet, mira atrás, prisionera de un pasado irredento y anclada en los crímenes y sus víctimas.
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