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La segunda parte de esta trilogía es, sin lugar a dudas, la más floja, y con diferencia. Sirve principalmente para desarrollar a los personajes que se nos presentaron en la primera parte, especialmente Lila Bard, cuya trama es la que más peso e interés tiene, y para introducir a otros nuevos, destacando entre ellos a Alucard Emery (¿será Victoria Schwab una fan de Castlevania?). Por lo demás, la trama se centra principalmente en un torneo internacional de magos, que combaten en representación a sus respectivos reinos, mientras que de fondo se ponen las bases para una nueva amenaza que no hace acto de presencia hasta el final del libro. Prácticamente podríamos decir que este libro únicamente sirve para sentar las bases del gran final que supone la tercera parte. No obstante, no deja de tener sus virtudes, y es que la habilidad de Victoria Schwab para narrar escenas de acción se pone de manifiesto con las numerosas escenas de combate entre magos que tienen lugar durante el torneo, y con las que uno se da cuenta de que la autora disfruta mucho con este tipo de escenas. Por otra parte, como ya he dicho, nos ayuda a entender mejor a los personajes que ya conocíamos, lo cual siempre se agradece. En definitiva, una novela irregular con un final abrupto que nos deja con la sensación de que termina justo cuando la historia de verdad comienza a arrancar |
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