El retorno de Casanova

Las grandes mentes surgen en períodos de crisis: desde los maestros del siglo de oro en la España barroca en crisis y los poetas malditos de la Francia decadente, Europa Central cuenta con sus genios en un período de decaída y malestar: Poco antes de que culminara la I guerra mundial y se desintegrara el imperio austrohungaro, escritores como Kafka, Zweig y Schnitzler empezaron a brillar e innovar en la literatura occidental. Es este último quien, a través del personaje histórico de Casanova, crea una historia donde la desesperación por el paso del tiempo, la soledad, la añoranza y la melancolía se combinan en una narrativa donde narrador omnisciente y narrador protagonista se combinan para dar cabida a un estilo indirecto libre que transgiversa las voces del pasado y del presente, de lo onírico y lo real.

Casanova, un antiguo seductor, se ve reducido a una sombra de lo que fue debido al paso del tiempo. Si bien el protagonista enfoca toda su melancolía en su patria antigua y en el deseo de poseer a una joven hermosa, siento que éste sólo sirve de excusa para que el narrador pueda dar esas bocanadas de aire sobre un pasado que ya no es y sobre un futuro que es casi imposible de conseguir.

Sí, Casanova sí existió, pero en este libro se convierte en una alegoría de la decadencia de una nación (no necesariamente el imperio austrohúngaro), del paso del tiempo y de la última fuerza de voluntad del ser humano, que es capaz de llevar a cabo su último deseo sin importarle a quien tenga que perjudicar para salirse con la suya.

Schnitzler dijo en una de sus últimas cartas: "hay que vivir intensamente". Claro, no nos exhorta ser Casanova ¡Pero sí a amar y luchar como él, a negarse a morir por el aplastante tiempo o el sueño de lo pretérito! Hay que vivir intensamente como vivió Casanova, hasta poder regresar a esa patria llamada libertad.