Los generales

Segunda entrega de esta tetralogía donde debo advertir que el 90% de su contenido transcurre en campaña y, por tanto, las batallas abundan.

Es cierto que Scarrow no se acerca ni de lejos a Posteguillo en la recreación y puesta en escena del uso de las armas, pero al menos sí logra mantener la tensión del momento y dotar a su narración de grandes dosis de estrategia militar.

Napoleón y Wellesley han dejado atrás pañales y la bendita adolescencia para convertirse en hombres curtidos por la guerra.

El corso, ante un senado siempre envidioso y una república a punto de venirse abajo es enviado a Egipto. Por decisión propia, aunque a sus codiciosos "amigos" les venga de maravilla alejarlo de París.

Arthur, de forma accidental llegará a una India corrupta que malvive bajo el yugo de franceses y británicos para tratar de someter, perdón, de ganar el máximo de pueblos posibles para la causa.

Nuestros protagonistas siguen manteniendo vidas paralelas, aunque en realidad son completamente distintos. Uno nació con la espada bajo el brazo. Tramposo, sin escrúpulos y con una ambición incombustible.
El otro, por fin deja de ser el eterno adolescente desubicado y encuentra su camino. Noble, paciente y diplomático.
Ambos, excelentes militares.


Me hubiera gustado que tanto Josefina como kity tuvieran mayor protagonismo. Un intercambio de cuernos del matrimonio y cuatro cartas al abnegado amor que presuntamente espera, son poco bagaje para personajes tan interesantes.

Pero insisto, Los generales es una novela absolutamente militar donde el único descanso nos lo dará Bonaparte regresando a París bajo unas circunstancias poco honrosas para tratar de alzarse con el poder.

La obra va abriendo puertas, de forma sutil a los grandes acontecimientos que nos esperan:
La llegada de los rusos y el asuntillo con España y ese gentil rey que tanto amamos por felón.

Con un estilo directo, sin adornos y sin entretenerse demasiado en cuestiones políticas, Scarrow da forma a la vida de dos extraordinarios generales que lucharon por sus ideales, pero también por su propia ambición.

Excelente continuación.