A fuego y espada: Napoleón vs Wellington

Tercera entrega de la saga Napoleón vs Wellington donde, ya, sin asomo de vergüenza Simon Scarrow se posiciona claramente del bando británico.
No es que en las otras dos no lo hiciera, pero al menos, el isleño, lo disimulaba.

El crecimiento de los dos personajes van por derroteros bien distintos.
Así, encontramos que mientras Arthur evoluciona hacía un hombre justo, honorable y excelente militar que incluso dice no gustarle la guerra, pero que ha de pararle los pies a quien está destrozando Europa porque ama las batallas, Napoleón, en cambio, se convierte en un ser ególatra, que está perdiendo carisma y capacidad estratégica.

Esta postura del autor, es para cogerla con pinzas y bien alejada de la nariz, pues como suele ocurrir, ni los unos eran tan buenos, ni los otros fueron tan malos.

Dejando atrás mi discordancia con Scarrow, la novela mantiene el mismo esquema que sus predecesoras, es decir, una narrativa fluida y sencilla llena de intrigas, batallas y decepciones, en especial, en este volumen, conyugales.

Y es que, por un lado Josefina es cuestionada por la suegra (alabadas sean todas, lo más lejos posible) al no dar descendencia, por el otro, Wellington, que no ha perdido la esperanza de casarse con la mujer de su vida, la encontrará algo cambiada.

Problemas de alcoba aparte, al Corso emperador de Francia, le crecen los enanos. Austria sigue erre que erre declarando la guerra, Rusia juega a dos bandas e Inglaterra intenta llevar el conflicto a tierra y se instala en Portugal.

¿Cómo se defiende Bonaparte de la nueva iniciativa británica? Invadiendo España con el beneplácito de los dos borbones más inútiles que dio esta tierra. Carlos IV y Fernando VII.

Padre e hijo, tontos hasta la peluca, dejan pasar al ejército de Bonaparte como Pedro por su casa y Napoleón quita de en medio al Espíritu Santo (de apellido Godoy) nombra rey a su hermano al que llamaron Botella y asunto arreglado.

¡Pues no! Los españoles de mucha iglesia y poca ducha, no toleran muy bien al nuevo rey, y eso, que el bueno de don José, venía con muy buenas reformas bajo el brazo.

Scarrow, en su línea, mantiene un alto nivel narrativo y sabe como enganchar desde la primera página.

Ahora solo falta que el cierre de la saga, sea, como mínimo, espectacular.