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A pesar de que la novela peca de ser poco original y está llena de clichés (una casa maldita por los asesinatos acontecidos hace 15 años, secretos, una protagonista con depresión y ansiedad que toma pastillas..., un marido que cada vez es más malo...), se trata de una novela muy entretenida que te atrapa desde la primera página gracias a la voz de Sarah, que nos habla en primera persona, entremezclándose con otra que al principio no sabemos quién es, y titulares de noticias con respecto a la casa cada vez que iniciamos una de las partes en las que está dividida la trama. Sarah forma una familia aparentemente perfecta con Patrick y sus dos hijos adolescentes, Joe (que en realidad no es hijo de Sarah, pero él no sabe nada), y Mia. Cuando la casa en la que se crió Patrick se pone a la venta, se empeña en comprarla con la ayuda del dinero que a Sarah le dejó su madre al morir, pero a ella no le da muy buena espina, puesto que hace 15 años una familia murió asesinada dejando solo a uno de los hijos como superviviente, y el asesino está en la calle de nuevo. Esta es la trama principal del libro, que tiene unos giros buenos aunque algunos, los principales, los ves venir. Para mí ha sido un poco previsible, pero la narrativa es buena, sencilla y cercana, con ese puntito de terror sumado al de thriller psicológico, debido a la casa de estilo victoriano y su pasado, alguien observando, el cielo nublado de Gales, la niebla, la playa fría, alguien siguiéndote... La he disfrutado bastante y recomiendo su lectura. |
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