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Descubrí a la escritora por causalidad y este, el libro, por un destello de una esperanza consumida en la que no sabia que más esperar de mi y la vida. Sentía la necesidad constante de conocer su poesía, consumirla y guardarla, sabía que me encantaría su manera de transmitir, delicadamente, palabras que son verdades; que, una vez, en libro se vuelven una mano que te ayuda cuando algo no va bien o no sabes a dónde ir. Este es un libro que trasmite más allá que sentimientos escritos: en verso y prosa, son oraciones que en tu mente se vuelven realidades de los atardeceres de ayer y los reflejos de mañana. Son, sin más, una melodia para los adentros que disfrutas y gozas, es un postre, un vaso lleno de agua del que te sacias y quieres más. Me hizo sentir como la primera vez que leí poesía, esa primera vez que explore un mundo del que no estaba dispuesta a salir y regresar a la realidad. Me ha encantado todo en el, no hay más que pueda decir, solo que debe ser leído y consumido con placer y goce, de esos momentos de tristeza y consuelo para nunca olvidar que lo más importante somos nosotros. |