Pocos libros han logrado llegar tan profundo en mi interior, más allá del impacto social que pudiera significar una epidemia como la ceguera que nos relata Saramago, es la imposibilidad de abrirle los ojos a los que no quieren ver. Vivo en una realidad muy parecida a la narrada y me aferro a la esperanza de que alguien pueda ver lo que muchos no son capaces.
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