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Crítica de Ros


Ros
01 June 2023
Una novela excepcional , una historia dura, que explora, con fuerza y lucidez, el nudo y la deriva de los comportamientos humanos en circunstancias que lo dejan fuera de su ámbito cotidiano de actuación.

Saramago pretende en cada una de sus obras, desdeñar las ropas con las que nos vestimos para conseguir que la desnudez nos conmueva, nos asigne un nuevo lugar desde el que comprender que el sol, que cada día nace desde el este, debe llenar de energía y calor a todos los seres humanos que pueblan la tierra.

En una ciudad sin nombre mujeres y hombres están siendo golpeados con máxima dureza, inexplicablemente van quedando ciegos , sin que nadie , ni el gobierno , ni la ciencia, puedan acercarse ni aún
remotamente, a dar una explicación verosímil a cuenta de este acontecimiento.

Se trata de una epidemia de ceguera que va tocando uno a uno a los habitantes de esta ciudad, cuyo nombre y ubicación desconocemos.

La ceguera, esta ceguera no es un apagón súbito que va de la luz a lo negro, no es un corte , no es una interrupción, es más bien algo nuevo y desconcertante.
Esta ceguera ocurre al llegar a los ojos una ola blanca y brillante, que apaga el sentido de la vista, la visión. No ciega a estos ciegos lo oscuro, lo hace una película brillante y cegadora que oculta un núcleo negro y oscuro.

Al infectarse, al infectado, hay que apartarlo, marginarlo del resto de los no ciegos, de los no infectados. Será obligatorio, hay que someterlos a una estricta cuarentena.
El lugar, el espacio elegido por las autoridades, será un manicomio abandonado, vacío y degradado.

Este lugar, albergará a los que cruzando el quicio de la puerta entrarán en un infierno. Serán cuerpos envilecidos, abatidos, almas que no cuentan, corazones que se irán deshilachando, secando y agotando.

Los días en el manicomio transcurren para los internos, verbalizando el hambre que pasan , el insoportable y nauseabundo hedor que todo lo tapiza, la suciedad que se siente y con la que tropiezan a diario.

Las autoridades, todas ellas han olvidado , han abandonado a los infectados a su precaria suerte en el manicomio. La fuera bruta será el único imperio de la ley.

Este lugar es la cárcel de los que envidian las cárceles de la tradición, aquellas en que los reclusos podían al menos parecer personas, en un entorno relativamente seguro.

En este averno todo se reduce a la suerte de al menos poder palpar. Aquí, la resistencia será el único argumento, la resistencia a costa de lo que sea.

Una mujer, sólo una mujer que entró con su marido, no está ciega, es capaz de mirar y ver con sus propios ojos la brutalidad, la barbarie y la desolación de semejante lugar.

Ella será la encargada de relatar la parte del horror, que los ciegos intuyen, pero no pueden ver. También esta mujer será presentada por el autor, como el ser humano capaz de arriesgarse y atreverse lo suficiente, para salvar a un grupo de internos. Esta mujer representará la otra parte dentro del infierno.

En el manicomio se vive la ausencia total, la lejanía estridente entre lo que se puede y se inscribe como lo humano, con los valores que ostenta, generosidad, altruismo, empatía, garante de cuidados, y lo que en este estercolero sucede.

En un momento dado, los ciegos recuperan la visión y lo harán de un modo tan sorpresivo e inesperado como cuando la luz blanca los cegó.

El paso del tiempo va sucediendo, los calendarios van perdiendo sus hojas. Tiempo después del incidente, se convocarán elecciones generales.

Lo inverosímil, lo desordenado, lo que no alcanza a tener sentido explicativo sucede, la inmensa mayoría de lo votado por los ciudadanos al salir de las urnas, solo muestra papeletas en blanco.

El desconcierto de los que se presentan a candidatos para ejercer el gobierno es de nivel estratosférico, no llegan a poder entender que ha podido suceder.

En reuniones sucesivas deciden que esa votación no sirve y corcovan una segunda vuelta para unos días mas tarde. También en este caso, la consulta a los ciudadanos transcurrirá con normalidad , pero de nuevo, al abrir las urnas, se comprobará , no sin el estupor político, que los votos en blanco han aumentado todavía más y alcanzan prácticamente el cien por cien.

Saramago, en este Ensayo sobre la ceguera, nos enfrenta a tres cuestiones fundamentales:
Por un lado la barbarie que puede y es capaz de desarrollar el ser humano.

Por otro, lo bueno, enarbolando la bandera de lo humanadamente excelso, cargado de valores.

Y en tercer lugar, nos enfrentará con la ceguera , ese esfuerzo sobrenatural para dejar de mirar, para dejar de ver, ya que el ser humano, salvo excepciones indispensables, parece entrenarse a diario para la ceguera, ese jibarismo a la inteligencia.

En esta obra, lo que pretende claramente Saramago es que despertemos, que abramos los ojos, pero que sean unos ojos cuyas pupilas sepan mirar, viendo.
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