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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
19 October 2021
Me ha costado mucho hacer esta reseña, porque no sé muy bien como definir esta obra y como me ha hecho sentir todo el tiempo que he estado con ella. de hecho, a fecha de hoy aún no sé si este libro realmente me ha gustado. Y eso mismo es parte de lo que la hace tan fascinante, para bien y para mal, al menos para mi.

Si tuviera que usar dos adjetivos para describir esta lectura serian para decir que es inquietante y farragosa. Y eso se queda corto. Lo que está claro es que Saramago, desde el minuto cero, se lo pone extremadamente difícil al lector. En “Ensayo Sobre la Ceguera” no hay nada fácil, ni a nivel argumentativo, ni en lo concerniente a la forma en que está escrito. Es un reto de principio a fin, que lleva al lector lejos de su zona de comfort, favoreciendo, de esta forma, de que, en cierto sentido, se implique con lo que lee. Y esa es una de las razones por las que me ha impactado. Soy la primera que le por placer, con el fin de desconectar la mente de lo que es el día a día, de distraerme de la monotonía y la crueldad de mi realidad cotidiana. Creo firmemente en el poder de la lectura para transportarte a otras realidades más agradables y simpáticas, y permitir que así descansen y se relajen el cerebro y hasta el alma. Pero también creo firmemente que los libros no están solo para eso, en la necesidad de enfrentarse a uno mismo con libros difíciles, que sean diferentes a lo que se lee habitualmente, y que te pongan en compromisos y aprietos, que te incomoden.

Ensayo Sobre la Ceguera” ha sido todo esto para mi. Pero creo que es una lectura que hubiera disfrutado mas o, por lo menos, con la que hubiera podido conectar mejor (si es que este verbo sirve, de alguna forma, para este libro tan complejo) si hubiera llegado a él un poco más descansada mentalmente. Y es que justo lo comencé tras un libro que cumplía también con lo que he dicho más arriba, también fue una lectura muy intensa, difícil y comprometedora en muchos puntos. Justo como ha resultado con este libro. Si lo cogí fue, principalmente, por su punto de partida argumental: sorpresivamente la gente de una ciudad empieza a quedarse ciega, pandemia a la que el gobierno responde encerrando a los contagiados en una suerte de centros donde, básicamente, dependerán de si mismos. Si hay algo que me ha impactado en esta lectura es la clara carga critica de la trama respecto a la sociedad actual, como de enfermos y ciegos estamos ante la realidad, como de egoístas somos realmente y la forma en que, al final, el sentido de la supervivencia es lo que realmente prima.

Sin duda alguna ha sido el libro más escatologico que he tenido delante. Y no lo digo solo por que los personajes hagan sus necesidades donde puedan y delante de todos, por la inmunda y repugnante suciedad que acaba por envolver a lugares y personajes y que Saramago no se priva de describir con todo lujo de detalles (soy muy, pero que muy aprensiva para estas cosas, y debo de reconocer que lo pase fatal en estas descripciones. No sé hasta que punto era necesario incidir en estas cuestiones, que no es lo mismo que obviarlas). Hablo también de una escatología moral y humana, de como el hombre acaba reducido a un estado primitivo y las leyes antiguas son brutalmente depuestas en favor de la ley del más fuerte o el sálvese quien pueda. La manera en la que el ser humano puede terminar por degradarse, y como el hombre, muchas veces, es el mayor enemigo y el mayor mal para sus semejantes, son cuestiones que el premio Nobel representa en este trabajo con contundencia y salvajismo gráfico, sin ningún tipo de cortapisas. Ha habido escenas que he sufrido casi fisicamente al leerlas, en las que tenia que parar para respirar y mentalizarme para seguir adelante.

No obstante, no todo es tan apocalíptico. A lo largo del libro también somos testigos de la belleza que el genero humano puede albergar en si mismo, de como en la más absoluta miseria y adversidad se pueden crear vínculos hermosos y poderosos entre gente sin nada en común y que, en situaciones normales, no tendrían apenas trato, o este sería nulo. El mundo puede ser feo y cruel, pero también bello y benévolo. Esa es su complejidad, y en “Ensayo Sobre la Ceguera” se representa muy bien.

Como he dicho antes, desde el minuto uno, Saramago se lo pone complicado al lector. Muy complicado. El primer escollo que me desubico bastante fue la forma de escribir del autor portugués. No es para nada fácil de leer y puede costar cogerle el truquillo: los diálogos están escritos como si fueran prosa o un monólogo, no se diferencian de lo que está narrado o en prosa; las frases son largas y sin apenas puntuación; hay muchas mayusculas; se tratan temas de índole filosófica de forma muy enrevesada… al principio no disfrute nada de nada de esta manera de escribir, notaba que al leer no me acercaba nada a los personajes y a los hechos narrados. Me costo mucho acostumbrarme a ella, no voy a mentir. Hasta que, sin darme cuenta, me acostumbre a ella. No sé cuando y como ocurrió, pero paso. Y gracias al cielo. Poco a poco, a medida que fui avanzando con la novela, fui viendo que este estilo no respondía a un mero capricho del autor, que todo estaba muy bien calculado y tenía un fin concreto: lograr que el lector termine por introducirse en lo que se narra, dar a la obra el toque de intrepidez y vibración que otorga conseguir esto, y que hace que lo que se cuenta y pasa entre sus páginas llegue mejor a quien las tiene delante.

Los personajes tampoco son simples. Ninguno de ellos tiene nombre propio, todos son nombrados según alguna característica personal o social que posean. al principio más que este recurso, lo que me desconcertó fue la falta de individualidad que percibía en cada uno, situación en la que se ahondaba por falta de nombre propio. Pero eso, al final, también acabo por gustarme y ser un plus para la lectura. Y es que con estos personajes, Saramago no busca crear caracteres bien definidos. Son personajes-tesis, cada uno representa una situación social previa a la pandemia de ceguera, y una forma de encararla y crecer con ella. al final, representan los comportamientos que surgen en las tragedias, como la humanidad se enfrenta a los desastres. Y hay que reconocerle algo al luso: es un escritor tan hábil que logra que se les reconozca rápidamente y que se distingan unos de otros de forma ágil y fácil. No obstante, en uno de ellos se percibe la única mano de ayuda que Saramago brinda al lector: La Mujer del Médico, única persona inmune a la epidemia de ceguera. Gracias a esto, esta mujer se convierte en la autentica heroína de la historia, el personaje que salva y cuida del pequeño grupo que se crea, y en vehículo por el que el lector es consciente de la locura en que se ha vuelto el mundo con la ceguera y hasta que punto han llegado los seres humanos.

A lo largo de toda la obra hay un ritmo narrativo regular. Hay momentos en los que Saramago se para en ciertas cuestiones, pero esto no dura mucho, normalmente es muy directo. Más que ser un trabajo que se caracteriza por tener giros de guion de 180º grados, la fuerza de la narración proviene de la oscuridad de las situaciones a las que se enfrentan sus protagonistas. El final también me ha sorprendido, y no en el sentido de que fuera inesperado o me disgustase. Me ha agradado porque , de alguna forma, me ha parecido el desenlace natural para la novela. Me lo he creído totalmente. le da a todo lo leído una patina onírica muy interesante, una sensación de que todo lo leído ha sido una pesadilla de la que uno se despierta en las últimas páginas. Pero no por ello deja de ser menos irreal todo lo acontecido antes, de hecho hace que el lector tenga la sensación de que todo lo leído ha sucedido de verdad.

Ensayo Sobre la Ceguera” es un sueño que parece pintado por El Bosco en el mundo actual, una pesadilla dantesca matizada con toques orwelianos. Lo más terrible es lo cercano que se siente todo lo que se narra. Por lo ferozmente acertada que es su critica contra la salvajemente indiferente sociedad moderna y la no menos salvaje humanidad y su necesidad de sobrevivir, al precio que sea, acostumbrándose a lo que haga falta. Y porque muchos de los episodios que cuenta se parecen peligrosamente a lo que hemos vivido, o estamos viviendo, con el coronavirus. Pocas lecturas son tan audaz y efervescentemente contemporáneas a la situación actual como esta, desde mil y un ángulos. Es una novela que me ha desconcertado, pero después de releer todo lo que he escrito me he dado cuenta de que se merece, por lo menos, las cinco estrellas.
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