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Me cuesta leer a Saramago porque no pone signos de interrogación, ni de admiración, ni pone guiones para determinar quién habla y eso me estresa un poco porque, a veces, pongo en boca de un protagonista las palabras de otro y, al final, tengo que retroceder en la lectura para esclarecer las conversaciones. Así había sido hasta ahora (con los dos libros que había leído de él) y así ha sido con este también, pero en esta ocasión la historia me ha parecido tan buena que estas complicaciones han pasado a un segundo plano. He disfrutado mucho con esta trama y con la manera de resolverla. Ahora a ver la película: “Enemy”.
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