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Crítica de CARMINA


CARMINA
28 January 2019
Mikel Santiago me ha sorprendido gratamente, me ha mantenido atrapada en su trama, me ha hecho sufrir con su protagonista, me ha introducido de forma natural un factor que suelo rehuir en literatura, lo onírico, lo paranormal, el mundo de las premoniciones, se crea o no se crea en ello es verosímil, y acongoja la experiencia del protagonista, la empatía que se desarrolla con él. Se masca la tragedia desde casi el principio, sin embargo el autor maneja con maestría la intriga y mantiene al lector pegado a sus páginas.
Este no es el tipo de libros que suelo leer, en cuanto algo huele a onírico, sobrenatural, paranormal, premoniciones, futurista... suelo poner los pies en polvorosa y ya pueden asegurar que es bueno que ni me acerco. Sin embargo a pesar de saber que había ese elemento decidí arriesgarme ya que todos aseguraban que lo introducía de forma natural. Además tampoco perdía nada, si no lograba superar la barrera con abandonar la lectura, listos.

Pero he de reconocer que es uno de los elementos que causan tensión, que ayudan a que la atmósfera en ocasiones sea opresiva, a que la tragedia se masque desde el minuto uno, y para darnos cuenta de que algo esconden los dulces vecinos, algo que puede tener consecuencias nefastas para nuestro protagonista. Me ha gustado la forma en que el autor ha manejado la intriga, y las premociones, no exentas de violencia, pero la justa, no se regodea en ella, sin embargo si somos realistas los sicarios no son hermanitas de la caridad, no se van con chiquitas.

Uno de los aciertos de esta novela es la ambientación en una isla, Irlanda, en pueblo rural inventado, Clenhburran, en el condado de Donegal, en una playa a dos millas de la población en la que solo hay edificadas dos casas, la de nuestro protagonista y la de Leo y Marie Kogan una dulce pareja de edad avanzada. Mikel nos transmite con gran verosimilitud la climatología del norte de Irlanda, el viento, el frío, la lluvia, las tormentas que descargan cuando menos lo esperas, el olor a hierba mojada. El ambiente en las zonas rurales, el pub que reúne en torno a una pinta a los parroquianos, una tienda en la que tiene cabida casi cualquier articulo, incluso la practica de yoga.

Y es precisamente una noche de tormenta y un accidente fortuito el que desencadena una serie de premoniciones, pesadillas que cerca están de llevar a nuestro protagonista a un psiquiátrico, para él son tan reales, que nos hará vivirlas con él, angustiarnos por su experiencia, por los golpes y magulladuras que sufre. Todo comienza de la misma forma, con una noche de tormenta, y la gran mayoría de las veces se desencadena en su mente. Sin embargo, la inquietud de Peter hace que los vecinos empiecen a creer que puede haber algo de cierto.

Peter nos cuenta su experiencia en primera persona, es el personaje que está más desarrollado, al resto lo vemos a través de sus ojos, de sus percepciones, sólo unas ligeras pinceladas nos bastan para dibujar unos secundarios necesarios que ayudan al desarrollo de la trama, y aquí es donde aparece Judie que regenta una peculiar tienda y que se convierte en su principal apoyo, Marie y Leo Kogan, una pareja que intenta integrarlo en el enclave que ha elegido para recuperar su inspiración, y también Jip y Beatrice los hijos de Peter que pasan unas semanas con él.

La mayor parte de la acción transcurre en Tremore Beach, esa playa alejada de la civilización y de difícil acceso que termina convirtiéndose en una pesadilla para el compositor, también en Clenhburran, sobre todo a raíz de la visita de los niños, y como no Dublin donde vive el padre de nuestro protagonista, un personaje peculiar donde los haya. También encontraremos retazos de Amsterdam donde ha residido Peter hasta su divorcio y donde volverán sus hijos tras las vacaciones.

En un principio me sedujo que Peter fuera músico, compositor, que hubiera perdido la inspiración a raíz del divorcio, sin embargo las referencias a la música son pocas, a penas unas pocas pinceladas para transmitirnos la frustración del compositor por esas pulsiones en la cabeza que preceden a los episodios oníricos, por esa paz que no recupera, esa chispa que no termina de prender y su incapacidad para tejer una melodía, para arrancarle a las teclas blancas y negras un sonido que pueda ser comercial, que lo lleve de nuevo a la cumbre.

Es obvio que teniendo tres músicos en casa justo esa faceta del protagonista fuera la que más me atrayera, sobre todo dada mi nula capacidad para la música, para entender siquiera como esas notas sobre el pentagrama puede dar lugar a distintas melodias, como todos los artificios pueden llegar a coformar distintas melodías cuando a mi todas me parecen iguales.

Me ha gustado el estilo del autor, esa forma de dosificar la tensión, de mantener la intriga a lo largo de toda trama, de jugar con el lector hasta el punto de plantearse que es verdad, que forma parte de los sueños, que es realidad o puede llegar a serlo. Peter es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento, le cuesta convencer a los médicos de que no sufre ninguna enfermedad mental, pero se ha convertido en un peligro para su hijos, para sí mismo. El desenlace lo esperaba más noqueante, sin embargo después de mucho meditar me he dado cuenta de que es el único posible.

Considero que el autor ha estado brillante en el planteamiento de la trama, en el desarrollo a pesar de ser un poco lento al principio, y como no en el desenlace, en ese final que no llega a ser todo lo contundente que hubiéramos esperado, pero no por ello le resta brillo a la obra. Sin duda Mikel Santiago se ha convertido en un autor a ser tenido en cuenta.

Conclusión:

Si eres amante de los thrillers, de las novelas de suspense e intriga esta novela seguro que hará tus delicias, la tensión acumulada desde casi el principio irá in crescendo hasta que estalle, sin embargo no será ese el final que nos tiene deparado el escritor vasco, que maneja como pocos y dosifica con maestría la tensión.

El conocimiento que tiene el autor de Irlanda, su climatología, costumbres y gentes es un elemento que aporta verosimilitud y la naturalidad con la que introduce el elemento paranormal hasta el punto de integrarlo en la narración sin grandes artificios es un logro que pocos autores consiguen.

Por todo ello, os recomiendo que os adentréis en las páginas de la última noche en Tremore Beach, que empaticéis con Peter, que no os costara mucho, que sufráis con él, que os dejéis arrastrar por su locura, o por sus pesadillas, que descubráis que se esconde detrás de ellas. En pocas palabras que disfrutéis de una lectura llena de sobresaltos que os mantendrá en vilo mientras os dure.
Enlace: https://detintaenvena.blogsp..
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