Londres después de ti

Londres después de ti es una historia de amor y desamor realista y a la vez dulce, bonita, fresca, sencilla y muy cercana. La autora intercala el presente de Naira con flashbacks del pasado y es capaz de entremezclar momentos muy divertidos con otros que van partiéndote el corazón. Ni siquiera puedo decir que ésta sea una historia de amor normal y corriente, ya que no lo es. Además, me ha encantado que Londres sea el telón de fondo para unos protagonistas muy humanos que van madurando página tras página.
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La portada llama muchísimo la atención, hay que decir, y más últimamente, que parece que proliferan las imágenes de cubiertas con motivos londinenses, ya no sólo en el título. Ya sólo por eso, tenía que darle una oportunidad a esta novela, que además está publicada con una de mis editoriales favoritas y que rara vez me falla: Plataforma Neo. Además sabía que era muy cortita y que se lee enseguida, así que fue fácil hacerle un hueco entre las lecturas interminables de la lista. También tenía a su favor que se trata de un libro autoconclusivo, que también agradezco mucho de vez en cuando no tener que estar pendiente de historias inacabadas temporalmente (o peor, que no terminaré).
Sí, es cierto que no me duró nada al leerla, pero que sentía que perdía el tiempo, también. Ni la trama, ni Nayra ni ningún otro personaje han conseguido interesarme lo más mínimo y es una pena, porque era uno de los libros que más esperaba de este 2016 y ha sido una decepción casi desde el principio. No puedo decir que no supiera de qué iba, porque esta vez sí que me había leído la sinopsis (raro en mí), pero desde luego creo que la forma de llevar la trama de una historia así, no es del tipo que me apasione. Sinceramente creo que hay historias mejores que cuentan lo mismo.
Como os digo, algo que me hace disfrutar mucho de una novela (supongo que os pasa a todos) es poder conectar de alguna manera con los personajes, ya no digo con el protagonista o el narrador, pero al menos sentiros identificados con sus pensamientos y sus acciones, aunque sea a ratos. Pero es que con Nayra sólo podía ver una serie de decisiones erróneas y que se veía venir dónde iba a acabar la cosa. Además, ni siquiera el romance me ha parecido ni original, ni intrigante, ni con algo que me destacara, más allá de lo evidente: que se trata de una relación a distancia. Si acaso salvo la evolución de Nayra, que digamos es de lo que trata la historia: ver dónde empieza Nayra al principio, incluso antes de irse de Erasmus, y dónde acaba tras todo este periodo de experiencias en su vida. Es una historia real, simple y que cuenta lo que quería contar. Salvo eso, creo que lo demás podía haber sido mucho más entretenido.
Sin embargo, puedo ponerle un punto positivo en la estructura de la novela y en la ambientación. Respecto a lo primero, me encanta esa forma de narrar mediante flashbacks, ir del presente a escenas del pasado para seguir narrando en el presente en un hilo coherente (para que me entendáis, si Nayra va por la calle y ve un banco para sentarse, se acuerda de que en ese banco se sentó con Jarek y te lo cuenta y luego sigue andando por la calle en el presente). Es algo que creo que aporta aún más realismo a una novela basada en pensamientos en primera persona como es ésta, porque realmente esos flashbacks son recuerdos de su vez anterior en Londres con Jarek.
Y respecto a la ambientación, basta decir que soy una enamorada de Londres. Todo lo que transcurra, hable, me describa, o contenga escenas en Londres, me apasiona. Así que he disfrutado de verdad cuando la autora describía los escenarios de esta ciudad, porque de verdad que te transporta allí mientras leer. Si habéis tenido la suerte de ir a Londres, me comprenderéis si habéis leído la novela, y si aún no la habéis leído, seguro que tendrá el mismo efecto en vosotros cuando la leáis.
Pero definitivamente, no era el libro ni la historia que me esperaba. Y por desgracia pasa a ser el primer libro de Plataforma Neo que no me ha gustado. No quiero decir que sea un mal libro, ni siquiera una mala historia para leer, porque me ha encantado la forma de contar la historia de Nayra que tiene esta autora, creo que simplemente me esperaba otro tipo de historia con algo más de trama que un simple fragmento de la vida de una estudiante en Londres lejos de un chico al que conoció.
Además de no aportarme nada nuevo, según iba leyendo me daba la sensación de saber exactamente lo que iba a pasar, pero con razón y lógica porque son situaciones hasta cierto punto normales a las que se tiene que enfrentar la protagonista (relaciones a distancia, vivir un año fuera de tu país, hacer amigos en ciudades extrañas), y a pesar de que tenía la esperanza de que el final me llevara a otra parte, fue decepcionante porque se cumplieron todos los pronósticos. Así que además de parecerme una trama bastante sosa, le añadimos que me resultó totalmente previsible.
Lo que es peor, tampoco es que la moraleja final no la hayamos oído miles de veces: haz lo que te haga feliz por ti y no por los demás. Es una buena moraleja, no me malinterpretéis. Pero para llegar a esa conclusión, he tenido que ser testigo de romance bastante soso, conocer a unos personajes muy comunes y leer una novela en la que solo pasan cosas como para rellenar lo que no es historia de amor ni reflexiones de la protagonista.
Sencillamente creo que no hubiera pasado nada si no la hubiera leído. Pero creo que me quedo con lo positivo, la narración, y seguro que le seguiré la pista a Jara Santamaría porque creo que tiene el potencial de base para escribir buenas historias con un toque muy personal y que su lectura resulte muy agradable.
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Qué preciosa historia me ha contado Jara Santamaría. Os animo a leerla y os aviso que es concisa y muy agridulce.

No esperéis un amor de Comieron perdices y Fueron felices. Es un episodio en la vida real de alguien, o así se siente. Como si fuera una chica normal que se va de beca estudiantil a Londres y allí conoce una libertad que la cambia tanto como el joven checo del que no puede despegarse.

Suena a Madrileños por el mundo, a gesta romántica que bien merece un final mejor que la Dama de las camelias. No sé si el final de esta obrita preciosa y reflexiva es el que todas somos capaces de aceptar, pero me ha conmovido el paseo por los sentimientos de esta veinteañera a la que la autora ha dotado de una voz con la que cualquiera, a cualquier edad, puede sentirse afín.

¿Quién no ha experimentado por primera vez el mundo adulto, el despertar del corazón, el futuro incierto y las expectativas redefinidas?

Se desarrolla en capítulos que alternan la primera estancia en la capital británica con el salto de fe que ejerce Naira porque Jarek le pide que vivan juntos una segunda oportunidad. Entre el pasado y el presente, se teje con ligereza pero profundidad emocional que acabó dándome mucha pena, pero también ese toque de diversión y esperanza que nunca debemos perder.

Es una historia sobre buscarse a una misma cuando no hay otra pasión en la vida que el amor y el desamor. La alienante soledad de un Londres plagado de recuerdos que contrastan con la ausencia cada vez más patente de uno de los protagonistas de aquellas vivencias.

Posee una belleza agridulce, lo reitero, de esas que enganchan por su sencillez que penetra la piel hasta los rincones más sutiles del alma, a la que despiertan porque se reconoce en lo que lee, tanto en lo más bonito como en lo más melancólico.

Porque sí, la novela es triste, no de tragedias y muerte a corazón abierto, sino de inevitabilidad, de esa realidad que nos persigue mientras pensamos en los sueños que deseamos cumplir, mientras se rompen contra las verdades que nacen en su lugar, a veces igual de buenas, pero muy, muy distintas.

Eso le pasa a Naira y el amor de Erasmus tras el cual corre sin red ni escudo, con una valentía que espera lo imposible.

¿Os imagináis dejar el país, el hogar y la razón para probar suerte en Londres en nombre del chico que os hace suspirar?

Al final te das cuenta de que el amor es una cuestión geográfica. Si no compartes las mismas coordenadas que tu viajero del alma, acabas más solo que el peñón de Gibraltar.
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